De paso en paso


Discos Flamencos
Gema Caballero
2013
Marcos Escánez Carrillo


El caso de esta joven cantaora es la más clara demostración de que no hace falta tener una voz prodigiosa para cantar flamenco de “bien para arriba” y para hacer cosas de interés para la afición. Llevo un mes escuchando este disco y no me canso de redescubrirlo, y es que son muchos los valores que he podido encontrar en este trabajo.


Gema Caballero va dando pasitos cortos desde hace tiempo, casi sin hacer ruido, pero son pasos firmes y solventes. Aprende y es generosa con su arte. Somatiza las formas flamencas y canaliza su propia expresión en ellas. Y por otro lado, se destapa Pedro Barragán como un valor de la sonanta. Sin duda, se está convirtiendo en una de las referencias jóvenes para el acompañamiento al cante desde la elegancia y el buen gusto. Un guitarrista que deja hacer bajo el prisma atento de quien sabe lo que lleva entre manos. Y es que por algo su mochila rebosa de años dedicado a esta disciplina desde la humildad y la determinación, formándose y acompañando a prestigiosos artistas como Chano Lobato o Carmen Linares.

En suma, esta cantaora y este guitarrista llevan mucho tiempo funcionando juntos y eso se nota en este trabajo lleno de detalles y de guiños a lo bien hecho y al conocimiento de lo que han desarrollado muchas veces en directo.

“De paso en paso”, siendo la obra prima de Gema, resulta ser un acierto en las formas y en los modos, porque con la excepción de un préstamo de Rosario la Tremendita por Tangos de Graná, sólo encontramos flamenco clásico en el resto de los cortes y sin embargo, todo suena a moderno, a un flamenco de ahora, simpático y aterciopelado, agradable a los sentidos y austero como una invitación al disfrute de la naturalidad.

Son pocos los trabajos que se pueden percibir con esta frescura y con esta calidad en estos tiempos que corren. Éste es un disco que se fundamenta en numerosos recursos de muchos de los grandes del flamenco, tanto del cante como de la guitarra. Y esta capacidad de concisión y de compendiar detalles de calidad, es lo que más dificultad encierra.

Algunas influencias son claras. Ambos artistas tienen debilidad por Enrique Morente, y por extensión, se arriman a la familia Habichuela, sobre todo Barragán. Pero insisto en que son muchos los detalles (uno tras otro se suceden) cogidos de muchos de los grandes. Y todo esto provoca ese sonido nuevo y elitista que sorprende y llama, que convence y cautiva.

Abre con abandolaos de exquisito gusto, sirviéndose de los silencios y la intensidad percusiva para crear una tensión acertada y sin estridencias, que desemboca en el fandango de Pérez de Guzmán; continúa con una soleá de Cádiz, recalando en estos estilos para desempolvar algunos de los menos interpretados, elegante aunque se echa en falta algo más de fuerza en el remate, mientras que Pedro anuncia la consolidación de un guitarrista hecho con un excelente criterio que será importante en cuanto matice un poco más determinados pulsos; la concesión a la que nos referíamos anteriormente es el tema que le da título al disco, unos tangos de Graná creados por Rosario la Tremendita cuya autoría es fácil identificar por determinados melismas y dejes, son hermosos y pegadizos, con un excelente acompañamiento guitarrístico; la milonga “El cometa” que cantó Marchena y cuya primera parte era un préstamo del Romance a la Guerra de África, es toda una joya en la voz de Gema, perfectamente afinada y muy en el papel del cante de ida y vuelta, que acaba siendo acompañado en clave de tango argentino.

Hace un homenaje a los cantes de laboreo que remata con cabal de Silverio acompañada con alta velocidad como ahora se suele hacer, pero muy bien desarrollada; correcta y bien medida por granaína y media, supliendo la racialidad y el alarde vocal con el buen gusto; para la guajira, sin inventar nada en el cante, ni tan siquiera nuevos melismas, con una interpretación suave y ajustada, es el guitarrista el que aporta la frescura y el sabor de distinción, convirtiendo el corte en un verdadero disfrute; sigue una seguiriya que rememora el concepto del acompañamiento más rancio para este palo, aunque falto de fuerza en determinados momentos de tensión que la cantaora requiere quedándose un poco desprotegida. Gema se acuerda de Jerez y del Nitri, pero es un alarde de conocimiento y temple lo que hace esta joven artista, que se rebusca y entrega en tres cuerpos de seguiriyas que puede mirar a los ojos sin ningún pudor a cualquier buen seguiriyero; “Cortando la rosa” es una copla folclórica que podría tener su origen en el norte de España y termina el disco con un poema de José Luis Ortíz Nuevo como preludio de una taranta que popularizó Pepe Marchena y que posteriormente rescató el Maestro Morente.

Y no quiero cerrar esta reseña sin recomendar la audición de este disco. No es un disco básico, pero es un disco importante y una doble demostración de que todavía quedan cosas por hacer, y de que la gente joven es fundamental para el crecimiento del flamenco.