Zanbúllete


Discos Flamencos
Michió
Alameda Production (2004)
Pablo San Nicasio Ramos


Aunque de una manera aún muy discreta, ya se empiezan a hacer notar algunos productos discográficos de cierta entidad de músicos flamencos no españoles.

El guitarrista japonés Michio Woirgardt responde a un perfil nada raro en los intérpretes de hoy día. Comenzó y llevó hasta el final una formación clásica de lo más relevante, con parada y fonda en Alemania y Austria. El hecho de haber tenido entre sus maestros a gente de la talla de Konrad Ragossnig, eminente laudista y experto en música antigua, nos hace intuirle grandes cualidades y futuro en el mundo clásico. Pero no, él tenía el flamenco clavado y desde que se cruzó con esta música no paró hasta cazarla.

Aquí en España Michio amplió su aprendizaje flamenco con, cómo no, los maestros Manolo Sanlúcar y Rafael Riqueni. Y a tirar millas.

Este “Zambúllete” es su segundo disco (después de “Moros y Cristianos”. 1999) y no parece que se quede en esto la cosa. Se le adivina afán creador y voluntad de abrirse camino en un mundo difícil que, seguramente, en su caso se muestre en su versión más hostil. En su día Michio, baste el detalle, fue capaz de empezar de cero de nuevo y adaptarse al toque para zurdos, porque sí, por puro orgullo. Siendo así, es fácil que los obstáculos por prejuicios no puedan con él.

Personaje que es clara muestra de que se puede llegar lejos dominando varios estilos. Teoría aún muy discutible y discutida pero, ya lo verán, de esperanzadores resultados.

“Cubanita” es la rumba, pegadiza y a la vez de temática libre que abre este “Zambúllete”. Sonido cuidado, limpio. Picados de velocidad limitada pero sin desmerecer una belleza que no se debiera discutir. Contrabajo, percusión y coros… todo con toques chill. Mayormente en la presentación y el final, y sobre todo en el piano. (Quizá el instrumento que más se “adueñe” del flamenco que está por venir). Buena fachada para una rumba que desmiente desde el principio la supuesta ausencia una mínima hondura en lo venido de fuera.

La madrileña plaza de Conde de Casal es cruce de caminos, punto de partida y llegada de coches y autobuses que vienen y van. Quizá para Michio signifique además uno de los sitios de más grato recuerdo en el Madrid que le recibió. A ella dedica una bulería sencilla. Con armonías en las llamadas que recuerdan al Paco de “Luzía” y al que acompañó a “Duquende” en “Samaruco”. La segunda guitarra consigue escalas a dúo muy interesantes.

En este tema se apunta una estructura formal que será idéntica en buena parte de los cortes siguientes. Presentación-toque-despedida igual a la presentación. A-B-A. “Bocadillos” flamencos.

“Distancia” es una soleá con claros parecidos armónicos a los toques de Vicente Amigo. Lo mejor es el trémolo. Limpieza y sosiego métrico con un resultado por encima de lo que se supondría a esa velocidad. Este guitarrista se maneja mejor en los territorios del decir tranquilo, en el lirismo. Quizá la evocación de la tristeza del espacio entre su tierra y esta hagan el resto. Es, junto con el número final, el único momento de verdadera soledad de Michio. Al contrario que en su anterior disco, aquí no abunda el toque intimista.
“Nostalgia” sigue por los mismos derroteros. El cante flamenco explícito aparece por primera vez en la voz de Alicia Carrasco, como en el resto del trabajo. Además tenemos una introducción con shakuhachi, instrumento de viento japonés, interpretada por Tony Clark. Tema en el que decae el protagonismo de la guitarra y la letra se hace demasiado empalagosa por llevar siempre una misma estructura melódica.

Calle O´Donnell arriba llegaríamos al “Pirulí”, nueva parada por bulerías en el casticismo de este peculiar guitarrista. Toque que me gusta por lo complejo, por su tendencia a las falsetas largas, con mucha melodía. También sucedía en la soleá. Michio no es de los toreros de dos pases y el de pecho. Michio quiere y puede tocar. Quizá de lo mejor del disco. Tema logrado que acaba como empezó, con un flamenco “rockero”.

Michio se codea en “Entre Amigos” con gente de peso en esto de hacer flamenco. La soleá por bulerías vuelve a sonar a ratos a música chill, de esas que se ponen en los reportajes de cámara superlenta. Introduce “Cepillo” con la percusión, aunque todos los del grupo llevan su peso. El hecho de no encontrar fácilmente el tema, la célula musical que se manipule, que se repita, que aparezca y desaparezca, hace de algunos temas de este guitarrista materia de debate. Es eso signo de mucho que decir o de desorden. Pregunto.

Sería bueno también saber el nombre del “Puente de Recuerdos” que, por tangos, tiene un motivo, esta vez sí, claro. Además respondiendo al esquema que propuse más arriba de inicio y final similares.
Alicia Carrasco nos pide que nos zambullamos así que debe ser el puente de Triana. Seguro que Michio lo conoce también. Da para mayores profundidades que los que hay por el Manzanares, por lo menos por ahora.

“Komoriuta” es el nombre de las terceras bulerías del disco. Por lo personal y por lo profundo es de nuevo en este palo donde mejor encuentro al japonés. No es fácil tocar a compás tanto tiempo y Michio se tira la mayor parte de este disco sin perder comba. Ahora además casi en solitario.

El final de nombre “Ayeres y sueños” es una corta firma. El ayer fue importante, probablemente muchos de sus sueños se hayan cumplido, pero aún se tendrá que ver el camino que recorre este aún joven guitarrista para situarle en su justo lugar. Aquí nos quedamos de momento.

Disco con colaboraciones de fuste. Gerardo Núñez pone su grupo, ahí es nada. “Cepillo” a la percusión y Pablo Martín al contrabajo. Además, uno de sus “protegidos” y alumnos aventajados, José Manuel León, se hace cargo de las segundas guitarras. Finalmente Daniel Yucaré será el piano que ponga su color a este grupo que llevaba la voz, repito, de Alicia Carrasco.

Michio parece tener un estilo tributario claramente de Paco de Lucía y Vicente Amigo. Hasta en eso se parece a la mayoría de guitarristas flamencos de su edad. Se podría decir que su sonanta aún carece de una personalidad que le haga reconocible de otros guitarristas. Pero hay tiempo para ponerse más metas. Enhorabuena de antemano por todo lo que lleva este disco a sus espaldas.