Zambras de Granada y del Sacromonte


Libros
Curro Albaicín
Ed. Almuzara (2011)
Antonio Nieto Viso


Zambras de Granada y flamencos del Sacromonte


Antes de pasar a describir las conclusiones que he sacado con la lectura de este libro, creo que debo dar a conocer, parte de la biografía de su autor para comprenderlo mejor.

Curro Albaicín, nació en el barrio del Sacromonte de Granada, el año 1948 en el seno de una familia de larga tradición flamenca, como son Los Cabrera. Se crió entre los artistas del terruño como: Mario Maya, Manolete, Los Heredia, Los Habichuela, y Los Amaya. Durante un tiempo, alternó su vida artística con los negocios de hostelería, en cuyos locales, y en otros cercanos, disfrutaron con sus visitas personajes de la política, la cultura, y el espectáculo, que han admirado el más genuino arte flamenco de este bello rincón andaluz. Así es como os introduzco un poco en la persona que ha aportado interesantes biografías que ha logrado reunir en las 299 páginas que lo componen, estamos ante un proyecto llevado a la realidad del flamenco en Granada con cantaores, bailaoras, guitarristas, y bailaores, y demás personajes, interesantes, pero que a la mayoría nos resultan unos perfectos desconocidos.

A mi entender, creo que es el libro que estábamos esperando de Granada, que aunque todavía llora la muerte de Enrique Morente, tiene un sitio destacado con su pasado, el presente, y su futuro en las manos de los jóvenes que tienen por delante todo el siglo XXI, pongamos por caso a Marina Heredia, o la mismísima Estrella Morente. La lectura es amena merced a una prosa ágil y comprensible cargada de sentimentalismo que la pluma de Curro nos lleva de la nostalgia al presente manejando una exhaustiva documentación y los recuerdos de su memoria, sobre todo, para los que ya no están entre nosotros; por eso se lo agradecemos, porque como le dije en Madrid a una apenada Bernarda de Utrera, por la muerte de su hermana Fernanda, en el homenaje a Fernando Montoro, los artistas nunca mueren, puesto que su espíritu estará revoleteando en nuestra memoria y por todos los escenarios del mundo.

A estas alturas, como dato curioso, nos dice que las zambras comienzan en 1850 en un primer periodo hasta 1963, cuando el Sacromonte quedó deshabitado y sus moradores tuvieron que marcharse a vivir a otros barrios granadinos.

Con sumo interés sigo a Curro, y en la página quince nos informa que, el Barrio del camino se dividía en dos, el Camino, y la Vereda de en Medio, y los Cerros de los Barrancos y el de los Naranjos. A partir de 1940, poco después de terminar la guerra civil se excavaron cuevas en las laderas de los Cerros de San Miguel y el del Sacromonte. Como dije más atrás, a causa de las inundaciones de 1963 todo quedo devastado, por lo que resultaba más difícil conectar con los gitanos del Cerro.

Más adelante, nos encontramos con que la palabra zambra, proviene del árabe, y significa flauta, ruido, palmoteo, baile, fusión de voces humanas y bullicio instrumental armonizado en conjunción orquestal. Se trataba de una expresión de júbilo, y se cantaba y se bailaba en días de bodas, nacimientos y fiestas religiosas al son del laud, la guitarra, el rabab, y otros instrumentos; que paradojas de la vida, algunos nos quieren hacer creer que son ellos los pioneros en su uso. Tras la expulsión de los musulmanes de Granada, los que se quedaron tuvieron que abrazar la religión cristiana y bautizarse; con ellos permanecieron sus costumbres y sus músicas.

En diacronía con la historia, nos adentramos en el siglo XVIII, cuando los gitanos granadinos toman la palabra zambra y crean la primera coreografía de flamenco basado en las distintas manifestaciones de la boda gitana, que se inicia con la alboreá, cuando se piropea a la familia y a los novios, dando este cante lugar al nacimiento de variedades, entre los que se encuentra la cachucha.

La información de la primera zambra gitana como espectáculo fue la del Cujón, se fundó en 1840 en la plaza Humilladero junto a la basílica de la Virgen de las Angustias. A partir de esta, se han ido creando las demás, entre las que sobresale por su fama, la de Manolo Amaya, y María Albaicín.

Dedica un apartado, que en realidad, es un merecido homenaje al padre Andrés Manjón, fundador de las escuelas del Ave María, en las que aprendieron a leer y a escribir las clases más desfavorecidas de finales del siglo XIX y comienzos del XX.

Nos coloca a cada persona en sus respectivas disciplinas; y lo abre con el tocaor y constructor de guitarras Agustín Aguilar Puga, para seguir con el cantaor Guzmán Albea, la bailaora La Coneja…. y todas las demás, que le siguen. Destaca a Frasquito Hierbabuena, y a Cobitos, y también biografías más breves, sin que por ello se pierda el interés.

En profundidad, se ocupa de los Habichuelas, desde Tía Marina, pasando por todos sus componentes, hasta terminar con los más jóvenes que están dispuestos a continuar la labor de esta famosa estirpe.

Hay más temas de que hablar, pero eso lo dejo para que el lector lo disfrute en su visión personal.

Termino felicitando a Curro Albaicín por haber escrito el Libro “Zambras de Granadas y flamencos del Sacromote”, obra que impedirá, que el polvo del olvido se apodere de hombres y mujeres que han engrandecido al flamenco en Granada, algunos de ellos, con proyección internacional.