Terremoto


Discos Flamencos
Terremoto
Bujío (2010)
Marcos Escánez Carrillo


A título póstumo aparece el que será último disco de Fernando Terremoto hijo, un cantaor con el que todos quedamos sorprendidos cuando empezó a abrir la boca. Su voz era, simplemente, igual que la de su padre. Increíblemente igual... Y si bien es cierto que su padre hacía más daño debido a su racialidad y a su temperamento, con Fernando nos encontramos con un cantaor extraordinario, que añadía a su asombrosa composición genética la técnica y el conocimiento. En definitiva, hemos tenido la oportunidad de disfrutar con Terremoto hijo de la genialidad interpretativa de su padre, pasada por el filtro de la modernidad y lo más importante… profesionalizada.

Con curiosidad y excepticismo asistimos a otro fenómeno circunstancial, y es que a pesar de todo ello, Jerez no lo reconoce como el artista de excepción que es. En definitiva, no le dio el sitio que por derecho se ganó con su arte, frente a otros cantaores que sin llegar a esta calidad artística, Jerez reconoce como cantaores prototipo de lo que allí llaman “lo nuestro”, denominación que a mí siempre me recuerda a la trilogía de “El Padrino”.

Hay que añadir otra circunstancia especial cuando hablemos de Fernando Terremoto Hijo: la Creatividad. Este artista contaba con la inquietud de crear canciones y otras composiciones para otros artistas, tales como villancicos y cuplés por bulerías. Y hay que decir que su intuición musical era mucho más que aceptable.

Murió con apenas 40 años de edad en el año 2010, y la conmoción en el universo flamenco fue importante. Asistíamos estupefactos al contrasentido de ver cómo se tronchaba la trayectoria del que podría haber sido uno de los grandes creativos de la estética flamenca en los próximos años. Una verdadera y enorme tragedia en lo social y en lo artístico.

Se decía que había grabado un disco y había algún que otro testimonio que lo confirmaba, pero fue hace muy pocos meses cuando apareció este proyecto en el mercado. Lo edita Bujío y el productor musical es Alfredo Lagos. Y tras las primeras audiciones, es fácil intuir que Fernando no pretendía despedirse con este trabajo, porque en él se advierte el respeto a su Jerez del alma, que fue una constante en su vida, y no se intuye intención de romper con los aficionados ortodoxos cuyas miradas gustaba de mantener aglutinadas en su trayectoria. Pero también éste es un disco con el que quería educar a sus fieles. Un disco con pinceladas aperturistas. Brochazos multicolor que desde las formas clásicas apuntan a sentimientos distintos, como abriendo horizontes nuevos, o desperezando sensibilidades.

Y es que Fernando, podríamos decir que era amigo de mantener una doble moral, ya que mantenía en un discreto segundo plano su faceta creativa. Pero aquí, con la madurez que había alcanzado, se vio con suficiente solvencia como para empezar a dejar vislumbrar su verdadera vocación artística. Y así, desarrolla una nueva concepción de la serrana sometiéndola a un compás desenfrenado, pero cantando por derecho, como todo lo que él hacía; presenta un cuplé por bulerías de Bolita con una profundidad musical que roza lo solemne; aborda cantes de laboreo salpicados de cánticos africanos; incluye el tango Cambalache de Enrique Santos Discépolo que no puede sonar más flamenco; una balada que en compás de fandangos conmueve; una elegante bulería a modo de declaración de principios; o unos cantes “por canastera” que en nada desmerece la creación de Camarón de la Isla y Paco de Lucía.

A todo esto hay que sumar una malagueña del Mellizo en la que está “sembrao” y que siempre interpretó en sus actuaciones en directo; unas desgarradoras seguiriyas que evidencian su madera como cantaor grande; y unas bulerías de Jerez donde entrega el alma.

Una voz inigualable, un artista creador en lo musical y en lo poético, y un disco imprescindible de flamenco de hoy.