Taiwan se viste de flamenco


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Jorge M. González Martínez


Jueves, 27 de diciembre de 2012. Eran las seis y media de la tarde (once y media de la mañana, hora española) cuando se abrían las puertas de acceso al “International Conference Hall” de la “Ming Chi University of Technology” de Taipei (Taiwán) y entraban las primeras personas que se habían acercado hasta allí para asistir a la velada “¡Olé Flamenco !”, programada ese día.

Doce horas antes, se levantaba el escenario. Un equipo formado por quince personas, entre montadores y técnicos de imagen y sonido, trabajaba para transformar las modernas instalaciones en un auténtico “tablao flamenco”. Estructuras metálicas, tarimas de madera, telas negras, focos de colores, cañones de luz robotizados, equipos de audio, mesas de control y un largo etcétera, esbozaban el decorado que finalmente se mostraría.

A las siete menos cinco, se anunciaba el inicio del espectáculo: – “Señores y señoras, les informamos que la actuación comenzará en breves instantes. Rogamos apaguen sus dispositivos móviles y les recordamos que queda prohibida cualquier grabación audiovisual no autorizada. Muchas gracias.”–

Las gradas del auditorio, con un aforo de 300 personas, empezaban a cubrirse de un público expectante. Mientras tanto, en los camerinos, el grupo de flamenco compuesto por tres bailaoras (Lu Lee, Sandra Tsai y Olga Naishin Ko), una cantaora (Po-Yin Chen), dos guitarristas (Yun-Ping Liu e Iván Yu) y dos palmeras (Weili Hung y Anastasia Chen) se preparaban para salir al proscenio. Su director (Calixto Lee) y sus dos regidoras (Twinshirly Chou y Mary Ma) daban las últimas instrucciones.

Momentos antes, celebraban una tradicional ceremonia taoísta (religión mayoritaria en la isla) para que todo saliera bien, sin imprevistos. Muchos eran los días y muchas las horas de ensayo en el Centro Flamenco “Semilla”, de Loli Lee. Además, no era la primera vez que ofrecían este espectáculo. Ya lo habían estrenado dos meses antes, los días 28 y 29 de octubre de 2012, en el “Concert Hall” del “Tree Valley Park Service Center” y del “Chi Mei Museum” respectivamente, en la ciudad de Tainan, con una gran acogida y sumando cerca de 700 espectadores.

Cuando el reloj digital, situado a la derecha del escenario, marcaba las siete en punto, el presentador, acompañado de una de las bailaoras, salía a dar la bienvenida al público y a introducirles en el mundo del flamenco.

Acto seguido, aparecía el grupo al completo. Se hacía el silencio. Taiwán se vestía de “Flamenco”, con mayúscula, y se empezaban a escuchar los primeros acordes de las guitarras. Voz flamenca y bailes en taconeo. Mucha lengua cervantina en un país de idioma chino, de costumbres orientales. Uno a uno, se iban desgranando los distintos palos que formaban el repertorio (Tangos de Granada, Bulería, Alegría, Soleá, Tangos de Málaga, Seguiriya, Granaina) para finalizar con una Guajira. Aplausos emocionados y aplausos desenfrenados. Algo nuevo, fantástico para todos ellos. El público no dejaba de insistir solicitando el ansiado “bis”. Así que, hay salen de nuevo con sus “jaleos” y el espectáculo llega a su fin. Aplausos.

Pero esto no acaba aquí. Ya se encuentran preparando el próximo espectáculo y pensando en editar un CD o DVD con el sonido y las imágenes de “¡Olé Flamenco!”, que contendrá las letras traducidas de los distintos palos para facilitar al público, en su idioma, la comprensión de esta expresión artística y su contexto; convirtiéndose en auténticos embajadores del flamenco y de la cultura andaluza y española en Taiwán.

Los miembros de este grupo representan, junto con otros entusiastas del flamenco, una nueva generación de artistas en Taiwán que beben directamente de las últimas tendencias tanto en su país, con la visita de maestros españoles, como en España, a través de constantes viajes a las cunas del flamenco y a los festivales más importantes. Seguro que se ha encontrado con ellos durante la Bienal o el Festival de Jerez, o en algún taller, o en alguna tienda comprando zapatos, batas de cola, mantones, abanicos o cualquier otro complemento flamenco.

Algunos de ellos son estudiantes que dedican su tiempo libre al flamenco. Otros, han dejado incluso sus trabajos para volcarse en cuerpo y alma al aprendizaje, perfeccionamiento y enseñanza. Otros, han pasado más de siete años en España. Pero todos comparten un mismo amor por este arte y un sueño: actuar junto con las grandes figuras del flamenco.

Podemos afirmar, sin miedo a equivocarnos, que el flamenco en Taiwán goza de buena salud. Quizás, necesite del impulso y el apoyo de las instituciones para el fomento del flamenco y la cultura en España pero el camino se hace al andar y éste conduce, sin duda, a la maravillosa y conocida isla de Formosa.