Sobre Miguel Vargas


Opinión
José Cenizo Jiménez

José Cenizo Jiménez


MIGUEL VARGAS EN LA VOZ DE LOS POETAS

José Cenizo Jiménez




  • Cantando en una postura inconfundible.  Foto Beni.
  • Con su admirado Francisco Moreno Galván.
  • J. Cenizo, M. Vargas, Vicente Cervera, J. L. Postigo. Sevilla, Tertulia Calixto Sánchez, 23-4-97.
  • M. Vargas y Manolo Brenes en Andújar hacia 1988. Archivo Francisco Expósito.
  • Miguel con José Menese, La Niña de La Puebla y Juan Habichuela. Foto José Lamarca
  • Miguel Vargas con El Cabrero, Manuel de Palma y sus amigos de Paradas. 1996. Foto Beni.
  • Miguel Vargas en la plenitud de su expresión cantaora. Foto José Lamarca.



Con motivo del fallecimiento del cantaor en 1997 recopilamos y seleccionamos para su publicación en un especial de la revista El Olivo (núm. 52, febrero 1998, pp. 27-34) una serie de poemas, en verso o en prosa, dedicados a la significación de Miguel Vargas (1942-1997). Algunos ya estaban escritos desde hacía tiempo; otros, por el contrario, surgieron a partir de la muerte del cantaor e incluso de nuestra invitación, lo que nos satisface, pues la respuesta fue amplia y calurosa.

En el libro que publicamos sobre el cantaor (El cante por derecho. Semblanza del cantaor Miguel Vargas, Sevilla, Ayuntamiento de Paradas, 2010), con competentes e imprescindibles colaboraciones de nuestros paisanos y grandes aficionados Máximo López y Antonio Torres (DEP), está una antología, prácticamente exhaustiva, de lo que la inspiración lírica de poetas y escritores ha dedicado a Miguel y su cante (hasta 2010, fecha de la publicación, luego han surgido algunos más).

Creemos que es importante ver qué han escrito los escritores, los poetas sobre un artista, pues refleja, por un lado, que tuvo importancia artística y, por otro, dan una visión lírica de numerosos matices muy interesantes. En nuestro libro sobre Antonio Mairena hicimos lo mismo (Duende y poesía en el cante de Antonio Mairena, Sevilla. Ed. Giralda, 2000, pp. 243-256).

Vamos a hacer una selección de algunos de esos textos, de entre todos los presentados, donde hay cantaores, poetas, letristas, etc., tanto de Paradas (donde vivió Miguel, nacido en La Puebla de Cazalla, desde los dos años), como de otras localidades.


FANDANGO
Un buen amigo me falta
porque Dios al cielo se lo había llevao,
se llamaba Miguel Vargas
y mis ojos lo han llorao
con una pena muy amarga.
(Diego Clavel)

Desde La Puebla a Pará
mudas están las cigarras
porque no escuchan cantar
por soleá a Miguel Vargas.
(Marcelo Sousa)

MIGUEL
"... asesinando el vuelo de tus pájaros, la voz de tu garganta amordazando...". (F. Giner de los Ríos)

Como la espiga del trigo que luego será pan era de integral la liturgia de tu decir espiritual.
Eras tres mil años de cultura andaluza emanada de las más jondas raíces que oculta el barro que te sostuvo y que tú cultivabas como mágico alfarero de melismas.
La madurez insigne de tu grito modelado ya no llama a la puerta de nuestro sentimiento, aunque tu silencio siga en la rama del olivo, besanas y la cal de tus calles.
(Luis Caballero Polo)

QUE EN GLORIA ESTÉS
Como cantaó un maestro,
como hombre fue cabal,
como amigo no lo dudes:
mejor no lo encontrarás.

Maestro en la seguirilla,
maestro en la soleá,
fue maestro en la rondeña
y de muchos cantes más.

Cantaores ha habido muchos,
pa qué nos vamos a engañar,
pero completos, completos
unos cuantos nada más.

Lo dio to en el escenario,
a veces a cambio de na,
así era Miguel Vargas,
un gran artista inmortal.
(José Prada de los Santos)

RONDEÑA
De subir al palo mayor
ya te dejó el marinero,
de subir al palo mayor,
y habrás llegao hasta el cielo
y estarás con el Señor
por cristiano y caballero.
///
Si en Paradas te criaste,
La Puebla te vio nacer,
dos pueblos de mi Sevilla
que orgullo deben tener.
///
Estos son simples piropos
que te dedica un gran amigo
y que le parecen poco.
(José Prada de los Santos)

LLANTO POR MIGUEL VARGAS
Domaste bien tu voz para el lamento
de tus ¡ays! en la tremenda seguirilla
que lloraba el bordón y la cejilla
como campana cuando dobla a muerto.
Te fuiste sin pensar que era la muerte
la que arañó tu pecho en arrebato.
Te supo a cante grande aquel mal rato.
Te jugabas tu estilo a "cara o suerte".
¡Ay!, qué noche tan negra sin memoria,
¡qué noche! sin tu cante, sin delirio.
Quedó tu voz tronchada como un lirio
aunque tu cante ahí estará para la historia.
(Salvador Cabello)

A MIGUEL VARGAS: VERDAD DE CANTAOR, VERDAD DE HOMBRE
“Joselito, umío, me tienes que hasé una petenera que hable de allí abajo, del hoyo aquel de nosotros”.
Ante mi olvido o dejadez, cada vez que nos veíamos, tus primeras palabras de saludo eran para la broma: "Hombre, me traes seis peteneras".
Nunca entendí lo del mal fario. Desde ahora, además, este cante siempre evocará en mí, con muy honda emoción, el recuerdo entrañable de tu persona.

POR PETENERAS
A los altos miradores
siento tu voz que me llega:
A mi pueblo en los alcores
desde tu pueblo en la vega.

Porque vives todavía
como forma de cantar
y como ejemplo de hombría,
a pesar de mi pesar;
soleá triste, la mía;
soleá y más soleá.
(José Luis Rodríguez Ojeda)

SONETO A MIGUEL
Cuando hablemos de cante, cuando hablemos
de auténtico flamenco, el más profundo,
no olvidemos que hay pocos contra el mundo
de engaño mercantil. No lo olvidemos.

No olvidemos que el cante ya está hecho,
no quieran inventar falsas “honduras”.
No olvidemos por tiempos de locura
los pocos que aún cantan por derecho.

Y entre estos pocos hay un claro nombre,
una voz cuyos duendes bien sentidos
de hermosas emociones son descarga.

Es obvio cantaor, sencillo hombre,
vayan claros su nombre y apellidos:
es Miguel Rubio Vargas. ¡Miguel Vargas!
(Leído por su autor, José L. Rodríguez Ojeda, el 14-07-90 en la Casa de la Cultura de Paradas en un acto de homenaje a Miguel Vargas)

AIRES DE RONDEÑAS
Entre un eco de rumores
que de tu muerte reniega,
por los altos miradores
siento tu voz que me llega
a mi pueblo en los alcores
desde tu pueblo en la vega.

Y con las penas mayores,
más hondas y más amargas
mi corazón rinde honores
a tu nombre Miguel Vargas.

Ejemplo de los mejores
que vida y cante hayan hecho,
cantaor de cantaores,
hombre claro y por derecho.

Pero venciendo dolores
por tu muerte, negra hoz;
lejos de vega y alcores
siempre vivirá tu voz.
(José L. Rodríguez Ojeda, cante grabado por José Parrondo en el CD “Lucero de Andalucía”, 2005)

LA SEGUIRIYA
Al cantaor Miguel Vargas, in memoriam. Existe un grito al sur de la pena. Un enjambre de lunas y amapolas. Cuando en la alcoba del pecho entra un viento de luto, el hombre tiene un cante hecho de aldabones negros.

De la última estancia del silencio, llega un alarido sin máscara ni consuelo. Es el cante más triste del Sur, la yerbabue¬na amarga para ahuyentar a la muerte.

(José Cenizo Jiménez, del libro Otra vez septiembre, 1999)

Fértil cepa del mejor cante jondo,
profunda garganta anclada en el arte,
fresco pozo blanco de agua flamenca,
corazón que canta al son de guitarra.

Voces y silbos de caballo loco,
harapos de angustia grita tu sangre,
eres jugo y canto de viña buena,
eres vino cantaor, Miguel Vargas.
(José Cenizo Jiménez)

QUEJÍOS Y SONES
Y dijo: “El cuatro por soleá”.

Seis cuerdas,
dos manos.

Diez dedos al compás
con una sola voz.

Quejíos y sones fraguados en un instante.

Bordón enclaustrado por los jinetes
que galopan buscando un lamento.

Rejas que dejan escapar
la llama cálida de su voz.

Porque el sentimiento no tiene rejas.

Quebrantos paridos en cada nota
fundidos en uno mismo.

Acaricia la música con la voz.

Seguiriyas que parten el alma
y envenenan la sangre
desde las mismas entrañas.

Dolor en la voz.

Llanto por dentro.

No, no hay rejas para el cantaor,
sólo cuerdas al compás de diez jinetes
tallados con el sentimiento.
(Feli Sánchez)

DUENDE
A Miguel Vargas
Cuando canta se paran los relojes
y asoma el corazón a su semblante,
es fruto de una estirpe que atesora
el arte de volver la pena cante.

Es pura la pureza de su voz,
duende y compás su cante derrama
y brota el sentimiento de sus venas
bordando filigranas al son de una guitarra.

¿De qué barro estás hecho, hombre del Sur?
Eres coloso fuerte cuando cantas,
eres un niño tierno cuando amas,
eres, como un olivo viejo, centenario,
cargado de tonás, seguiriyas y cañas.

Cantando por derecho vivirás
para llevar el arte, allí,
donde respiran los cabales.
Las esencias que abonan tu raíz
guardan el eco de un quejío grande
y en esta tierra que nos alimenta
brotan altivas perfumando el aire.

Qué temprano llamó la muerte fría,
Miguel, a las entrañas de tu sangre.
Hoy te lloran las gentes de Paradas
como se llora a un hijo de los grandes.

Pero tu barro tierno, hombre del sur,
ya habita la Taberna del Parnaso
y los cabales que por ella pasan
un son de bienvenida están tocando
a un hombre que en la vida siempre fue
trigo limpio, verdad, pureza y canto.
(Lola Rodríguez Cortés)

Vibra el Cante Flamenco
de quien lo sabe cantar,
recuerdos de aquel maestro
que allá en la gloria está.

Vibra en sus voces
sentado en aquella silla,
y todo el que lo conoce
aplaude a su seguiriya.

Gozará de maravilla
con la guitarra de Pedro Bacán,
como el cristal cuando brilla
cantando por soleá.

También en el cielo saldrá
la liviana y la serrana,
el cante por mirabrá
y también la mariana.

Al despertar la mañana
con el Gallina a su vera,
como oración cristiana
cantará la petenera.

El martinete en la fragua
recibiendo golpes lentos,
lo irá refrescando el agua
para evitar sufrimiento .

Allá por el firmamento
le va alumbrando una estrella,
para sentirse contento
él le va cantando a ella.

La noche será tan bella
cantando por malagueñas
y la luz de las estrellas
por la sierra rondeña.

Salga el sol por donde salga,
pero siempre alumbrará
el arte de Miguel Vargas,
que en la historia quedará.
(Manuel Lozano Bascón)

... De antiguo yunque,
tu voz,
golpetea hondo en la garganta
procurando ¡ayes!
de dolor
al viento cercano mientras cantas.
(Máximo López)

... Tú te irás
y dejarás la guitarra soñando;
y esperando tu cante enamorado,
los almendros blancos.

Los que pasan el camino
a hurtadillas, y aun
con alegre sonsonete caminando,
-mañana-
llevarán por compañero
a un olvido solitario.

En cambio
los que, como tú, Miguel,
caminan lentamente
y se detienen cabizbajos,
meditando ganarán
el silencio cuando cantan
y el adiós apasionado
de un eterno llanto.

Tú elegiste un horizonte
de guitarras y ecos viejos
procurando
juramentos de lealtad
a los tonos
con tan sólo acariciarlos.

Hoy, Miguel,
es el momento de hablar alto
de tu Cante Hondo,
de tu Cante ancho,
de fronteras infinitas
y quejíos rancios.
(Máximo López, poema leído por su autor en el acto de la imposición de la Insignia de Oro a Miguel Vargas, en la Casa de la Cultura de Paradas, el día 14-7-90)

A MIGUEL VARGAS QUE ESTÁ EN EL CIELO
... Ya tu imagen navega por la orilla
donde habitan cipreses y romero
alentando los rostros sin mejilla
que la tierra cultiva con esmero.

Tu grito de silencio se embalsama
y procura a tu alma cantaora
dejar la soleá bajo la grama,
vestir la seguiriya de amapola.

El cante se detiene en un momento
y entre ayes apagados, sin guitarra,
va durmiéndose el bronce de tu acento.

El adiós besa con su boca amarga
la quietud de tus párpados por dentro
y te vas, para siempre, MIGUEL VARGAS.
(Máximo López)

De los ricos manantiales
brotó tu fuente de cantes:
Seguiriya y Soleares.
(Máximo López)

Que no se apague el grito en tu garganta
ni cese tu perfil en cada esquina.
Que comiencen los llantos de guitarra
y tu voz te devuelva hacia la vida.

Llénanos de tu cante, que tú sabes,
de ese río que besa dos orillas:
de Cádiz a Sevilla, Soleares;
de Triana a los Puertos, Siguiriyas.

Ven acá y toma asiento en la tierra;
arrellánate y cántanos sin prisa
haciendo que tu ancho eco tiemble.

Vuelve tú cada vez que te requieran,
dale aliento a las alas de tu risa
y déjanos gozarte para siempre.
Máximo López / 2004

ENTRE LA PUEBLA Y PARADAS
(Romance A Miguel Vargas)
Entre la Puebla y Paradas
hay un camino de albero
por donde nace el lentisco
y florecen los recuerdos.

Un camino que cruzaste,
Miguel Vargas, hace tiempo

desde la Cuesta la Silla
hasta un cortijo de almendros.

De qué agua beberías
que sabe a cante tan bueno:
en la Puebla, Fuenlonguilla
y en Paradas del Cañuelo.

Morisco naciste tú
y fuiste niño yuntero,
agarrado a la mancera
bajo la lluvia y el viento.

En tus ojos de manzana
y olivares polvorientos
se adivina la bondad
del niño que llevas dentro.

A los Alcores llegaste
de tu cante prisionero
y a golpes de siguiriyas
te ganaste el universo.

Cantaor de cante grande,
la guitarra está en silencio
y entre cipreses, tu alma,
se unge de cementerio.

Sigue tú cantando,
pídele a San Pedro
que te abra la puerta
del altito cielo.
(Máximo López, 2007, incluido en el CD “Entre la Puebla y Paradas” de Rubito Hijo, 2008).
VOZ DE CAÑÓN
A Miguel Vargas
Amaneció plomizo el día
y el relente exploraba por los pliegues
escondidos tu voz y no halló la música.

En el profundo desaliño
vertebraba el paisaje la palabra
y ponía el fuego del volcán
en tu boca de trueno.

Miguel: no hay más respuesta
que la propia pregunta.

Con tu recuerdo me contesto
fuera y dentro de mí
y hago guardia en la esencia de tu voz
suspendida en el aire.

Hoy me suena el lamento del ¡ay!
a seguiriya fracturada
y no encajo la hora en el tiempo.
(Jesús Solano)

VISITA A MIGUEL VARGAS EN LA ANTESALA DEL CANTE.
Faltaban quince minutos para que Miguel saliera al escenario. Entré en un cuarto donde él y un guitarrista, solos, templaban la voz y la guitarra. Nada había allí del ambiente festivo y jaranero que esperaba encontrarme. Me sorprendió, por el contrario, el talante tenso, hierático y amargo de Miguel, el mismo talante que uno hubiese esperado encontrar en un torero.
Sentí que mi presencia allí quebraba por un momento un rito íntimo y muy serio. Miguel esbozó en el saludo una forzada sonrisa. Me aparté a un rincón, y poco después entró un padre con su hijo de cinco o seis años para presentarlo al cantaor. De nuevo comprendí que Miguel, que no dejó de acariciar con ternura la cabeza del niño, estaba muy lejos de allí, abstraído, seco, grave.
Escuchando luego sus melismas oscuros y sus letras amargas, comprendí aquella actitud que yo entendí emparentada con la muerte: el desgarro de aquellos cantes no podían dejar indiferente a quien sabe que faltan unos minutos para revivir y sentir en carne propia las historias más tristes.
(Juan Peña Jiménez)

RECORDANDO AL GRAN CANTAOR PARADEÑO MIGUEL VARGAS
Se quebró la voz de tu cante
de pura cepa andaluz.
Se hizo la noche ese instante:
Miguel se llevó la luz
en su costal de diamante.

Miguel Vargas, te marchaste
más allá del cielo azul;
tu hermosa voz te llevaste
y, nuestro cante andaluz,
a otra galaxia ofrendaste.

Cantaste a Andalucía
y a tu pueblo "paraeño"
con voz y alma bravía
tras caracolas de ensueño
paso a paso, día tras día.

Miguel Vargas, flor y cante
de la voz de Andalucía,
te fuiste y nos dejaste
medallones de poesía
que a tu "Pará" regalaste.

Andaluz y “paraeño”
corazones conquistó:
llevaba encendido un leño
de puro arte flamenco
en la magia de su voz.

Cuando cantaba a “Pará”,
Miguel Vargas se crecía;
por los ojos le salía
llamarada “enamorá”
que en el aire se prendía.
(Rosario Pascual Lira)

Dios nos ha quitao un puntal
en el mundo del flamenco,
Dios nos ha quitao un puntal,
era sencillo y abierto,
Miguel Vargas se llamaba
y era puro y por derecho.
(Joaquín Ramírez, “El Bicho”)

FANDANGOS A MIGUEL VARGAS
Con tu muerte boquiabiertos
en La Puebla nos dejaste,
soñaba estando despierto
batallas que tú ganaste
como el Cid después de muerto.

Darte la vía quisiera,
cosa que ya no se puede,
y cuando un amigo se pierde
el que se encuentra a su vera
de rabia y pena se muere.

Y en La Puebla tú naciste
y en Paradas te adoptaron,
como si fueras hermano
para ellos siempre fuiste
por tu corazón humano.

A MIGUEL VARGAS
(Cantaor de recio sentir)
Un recuerdo entre naranjos;
viejos naranjos de “Zambra”
ofreciéndote los frutos
de sus cadencias amargas.
“El Gallina”..., y “El Varea”...,
“Pericón” y “La Durana”
te mostraron los caminos
que se recorren al alba
montado a lomos del viento
que empuja al cante de raza.
Por tus modos y maneras
de natural aire y casta,
por tu buena condición,
“El Basto”, te motejaban;
basto con limpio sentido
de la verdad y la palabra,
del cante más ortodoxo
dicho con voz recia y clara.
En tus raíces el pueblo,
de La Puebla de Cazalla,
por eso es que en ti vivía
el viento sur de la calma,
la prudencia y el talento
de la expresión milenaria,
cuna del hondo sentir
siguiriyero del alma.
Sin decir adiós te fuiste,
compañero Miguel Vargas,
deseoso de reunirte
con tus amigos de “Zambra”
y alejarte de este mar
de aguas encenagadas
donde el flamenco se muere
entre voces destempladas
que poco a poco destruyen
su más negra luz romántica.
Dale un abrazo al “Gallina”,
señor de quejas y cañas,
y al bueno de Juan Varea,
el del alma atormentada,
cántale por soleares
con tu buen sabor y casta;
¡que allá en el cielo se escuche
la llaga de tu garganta!
(Juan Velasco)

A MIGUEL VARGAS,
un cantaor natural
puro y cabal.

El cante está de luto
Andalucía llorando está
ha muerto Miguel Vargas
un cantaor puro y caba l.

En La Puebla nació
en Paradas se crió
y en Zambra se consagró.

Se lamenta la siguiriya
Fillo, Nitri, Lacherna,
Marrurro, Torre y Tomás.

De pena está la soleá,
Joaquín el de la Paula
con sus sobrinos, Talega
y Manolito María de Alcalá.

En las fraguas trianeras,
los Pelaos, los Caganchos,
el Baboso y su yerno Tomás
se le estremecen los huesos
cuando escuchan cantando
a Miguel Vargas por tonás.

Por cañas y mirabrás
su amigo Rafael Romero,
en las puertas del Cielo
esperándolo alegre está.

La malagueña del Mellizo,
la cantaba con empaque
dulzura y majestuosidad.

Marianas, serranas y livianas
con maestría y jondura
las solía siempre cantar.

Las fuentes en que bebió:
Mairena, Talega, Tomás Pabón,
El Gallina, Varea y Pericón.

Ay, ay, Miguel Vargas,
del CANTE, por derecho
columna vertebral.

Amigo, de los amigos,
solidario y leal,
los cantaores le recuerdan
como una persona excepcional.
(Joaquín Barrera Bascón, Puerto Real, Cádiz, septiembre 97)

SEGUIRIYAS
Miguel Vargas in memoriam
Si estas “ducas” que tengo
yo las dijera,
el que estuviera sufriendo por dentro
“olviaría” sus penas.

De noche me levanto
con un tormento,
gritando a voces por la “mare” mía
que me habla desde el cielo.

Aprendí yo a cantar
entre metales,
en la fragua de luz “encendía”
del pobre de mi “pare”.

Por dentro de mi cuerpo
tengo yo un “doló”,
por el recuerdo de una mala “mujé”
que me “partió” el corazón.
(Francisco Escobar)

Al cielo,
un buen amigo me falta
porque Dios al cielo se lo había llevao,
se llamaba Miguel Vargas
y mis ojos lo han llorao
con una pena muy amarga.
(Diego Clavel)

A MIGUEL VARGAS
Por los cielos del recuerdo
entre La Puebla y Paradas,
por los cielos del recuerdo,
se oyen los ecos del alma
de un cantaor por derecho
que se llamó Miguel Vargas.
(Antonio Murciano)

PARA TI, MIGUEL VARGAS
Cante grande la soleá,
dulce como el almíbar,
del que nació en Paradas
encontrando la dulzura
en templos de trigales
con su voz clara y pura.

Está todo, toíto tu cante
guardado en mi memoria,
venero de sonora fuente.
Cante de miel en la Gloria,
el cante de tu garganta
el que llevabas en el a lma,
desde juventud lejana,
prendió con añoranza
en una clara mañana
luminosa de esperanza.

Tu cante en la besana
llena de amor sentido,
el cante por ti querido
con el aire de Paradas.

Cuando no oigo tu cantar,
me voy al olivar
para hartarme de llorar.
(José Manuel López Mohíño)

De entre los surgidos después de la edición del libro, elegimos un poema del poeta Juan Sebastián:
MIGUEL VARGAS

Con tu voz otra vez has descubierto
las verdades del Cante: La agonía
de lo jondo, el compás, la melodía,
lo más puro y más limpio; lo más cierto.

En ti suena el ayer, recién despierto;
desprendido de luto en tu alegría;
vivo, otra vez, en tu melancolía
y en tu desnuda voz, a pecho abierto.

Aunque, a veces, te cruzas con el ente
incubo, descarnado y diferente
que yace en la música de ahora,

esa intuición dolida que en ti canta
tiene, en tu voluntad y tu garganta,
ecos de rancia estirpe cantaora.
JUAN SEBASTIÁN, En la Sevilla confinada

Como vemos, toda una muestra de aprecio por el cante (y por la persona) de Miguel Vargas. Larga vida para su memoria y para su arte.

Fotos (todas aparecen en el libro El cante por derecho. Semblanza del cantaor Miguel Vargas, Sevilla, 2010). Corresponden a José Lamarca (con Menese, La Niña de la Puebla y Juan Habichuela, así como en la que canta de frente, que sirvió de portada al libro), Beni de Paradas (de perfil y la de grupo con El Cabrero, Manuel de Palma y un grupo de amigos y paisanos) y Francisco Expósito (con Manolo Brenes en Andújar, -Jaén-, 1988). Resto de autor desconocido (con Francisco Moreno Galván y otra en la Escuela de Magisterio de Sevilla con José Cenizo, Vicente Cervera y José L. Postigo, en al Tertulia Calixto Sánchez, 23 de abril de 1997, una de sus últimas actuaciones).