RUBITO Y EL LEGADO DE LA TRADICIÓN
A estas alturas los aficionados conocen bien a Rubito de Pará Hijo. El cante le viene de tradición familiar: su padre mismo, Manuel González Parrilla, es cantaor, nacido en Paradas (Sevilla), pero afincado desde tierna infancia en La Puebla de Cazalla (caso contrario al de Miguel Vargas). Manuel González, Rubito de Pará Hijo, Rubito Hijo, nace en este pueblo tan fértil en lo flamenco en 1980. En 1996 ya ganó el Primer Premio de Saetas “Ladrillo Saetero” que organiza la Peña Torres Macarena de Sevilla, para volver a conseguirlo en los dos siguientes años, y un premio especial a la mejor Saeta por Seguiriyas. Durante el año 1999 recorre varias Peñas de Andalucía. Participa en la Bienal de Flamenco de Sevilla, en su apartado “Sabor a Peñas”. Gana el Concurso de la Federación de Entidades Flamencas por la provincia de Sevilla, y obtiene el tercer puesto en la gran final de Córdoba a nivel de toda Andalucía. Obtuvo la prestigiosa Lámpara Minera en el Festival de Las Minas de La Unión (2003), el punto más alto de su carrera hasta ahora.
Tras la grabación de cuatro cedés -“A Tomillo y Romero”, “Poniendo el alma”, “Entre La Puebla y Paradas”, homenaje a Miguel Vargas, y “Manué”, dedicado a su hijo- llega la quinta parte de su camino seguro y franco: “Sincero”, que lo dice todo desde el mismo título. Si la pureza no es más que eso, ser sincero, cantar lo que se siente, amén de dominar la técnica, claro, este cantaor es puro a espuertas. Repetimos, en el mejor sentido, poniendo el alma y una voz potente, abriéndose a la personalidad propia, a alguna sugerencia, a un decir único e intransferible. En “Sincero” acierta en los estilos elegidos, diferentes en ritmo y geografía; en las guitarras acompañantes (Antonio Cáceres, Patrocinio Hijo); en las letras (de Paco Zambrano, de José L. Rodríguez Ojeda y, las más abundantes, de Emilio Pozo), aunque no aparecen en el libreto, y estaría bien, y, naturalmente, acierta en la interpretación de los mismos.
Nueve cantes bien pensados y bien cantados. Y variados, como señala Antonio Reina en la introducción del folleto, calificando trabajo y cantaor de enciclopédicos. Tangos de Badajoz, lentos, serenos, seguros, con letra de Paco Zambrano y unos coros que dan brillo y un toque más comercial.
Muy destacable es la soleá, medida, por derecho, degustando los tercios, con buenas letras de Emilio Pozo: “Esto que me pasa a mí / yo se lo digo a la gente / y se “jarta” de reír”, “No te debes avergonzar, / cualquiera tiene una mancha / que no la puede limpiar”… El toque acompañante de Antonio Cáceres aquí es pausado, cadencioso, con unas falsetas de bella factura.
“Mucho ruido y pocas nueces” es el título de la romera escrita por Rodríguez Ojeda, un homenaje al maestro Antonio Mairena, solventado con garbo y enjundia.
Le sigue la minera, brillante pues hablamos de todo un premio Lámpara minera, al igual que los fandangos “Huelva choquera en su ría”, con hermosos y atractivos coros, o la malagueña con remate por verdiales con sello personal, en una ejecución segura en la difícil línea melódica.
El siguiente paso es la seguiriya, con ayes profundos y prolongados, rematados por una cabal excelente. Concluye el trabajo con unas sevillanas de temática rociera, lentas, penetrantes, enmarcadas con brillantez por la guitarra de Patrocinio Hijo, y una concesión a la galería o, simplemente, a sí mismo, el tema “Si tú no estás aquí” por bulerías, una versión flamenca de esta canción que, no obstante, quizá no nos haga olvidar -ya es difícil- la original de Rosana.
Pero lo importante de este CD no está en esto, sino en la variedad tan bien interpretada, en la demostración de un quinto paso en el camino firme y sincero de este cantaor con un futuro grande al frente, sin perder por ello las raíces ni la tradición fértil y eterna. Seguro que ya piensa en su próxima entrega, con algunos estilos que no haya grabado aún, con nuevas ideas. A ello le animamos.