Señoritos Chulos, Fenómenos...


Libros
Eugenio Noel
Editorial Berenice. 2014
Antonio Nieto Viso


Señoritos Chulos, Fenómenos, Gitanos y Flamencos


Por la dificultad de encontrar en el mercado los libros de Eugenio Noel, agradecemos a la Editorial Berenice, que haya hecho una nueva edición de este interesante libro para los amantes de la historia del flamenco en la parte escrita.

Con Eugenio Noel, estamos ante un escritor antiflamenco, lo mismo, que la mayoría de sus coetáneos pertenecientes a la Generación del Noventayocho. Todo lo contrario de la Generación del Veintisiete, que vendría posteriormente para ponerse a favor del arte flamenco.


Por otra parte, a mi juicio, el Noventa y ocho, no hizo más que reflejar el pesimismo de una España en decadencia que en 1898 se perdieron para siempre los últimos enclaves del imperio, Cuba, Puerto Rico, y Filipinas. Luego, pocos motivos había para el optimismo de los españoles sumidos en el abismo de la cruda realidad de dejar de ser una potencia en el contexto internacional.

El libro resulta muy interesante, ya que en sus ciento noventa y dos páginas, queda reflejada una realidad de la época que le tocó vivir a cantaores, guitarristas, bailaores, bailaoras, en un ambiente hostil poco valorados social y económicamente en general, por supuesto con las lógicas excepciones al respecto.

Para conocer un poco mejor al personaje en cuestión, transcribo parte de los datos que figuran en la solapa de la portada. Eugenio Noel, en realidad, se llamó Eugenio Muñoz Díaz (1885-1936) escritor, periodista, conferenciante, y propagandista. De origen muy humilde, gozó de la protección de la duquesa de Sevillano, que costeó su formación en el seminario de Madrid, y Malinas (Bélgica) ciudad donde descubrió su vocación de escritor. Tras dejar los estudios religiosos, llevó una vida de periodista bohemio mientras flirteaba con los estudios de Derecho y algunos trabajos, incluso fantaseó con la posibilidad de ser torero. En este tiempo, tomó el apellido de Noel porque así se llamaba una de sus compañeras sentimentales, María Noel, más conocida como “Mimí”. En 1909, se alistó como voluntario en África e inició su verdadera carrera literaria. Su libro Notas de un voluntario, y el encarcelamiento que sufrió por uno de sus reportajes, le dieron bastante popularidad y fama de escritor combativo que comenzó a ganar importancia frente a la propia obra literaria.

Noel, se atrevió a lanzar una campaña regeneradora de marcado acento republicano y socialista, que encontró en el flamenquismo y en los toros su gran excusa crítica. Murió en el hospital de la beneficiencia de Barcelona el año 1936, cuando acababa de volver por última vez de América, muy enfermo y literalmente sin un lugar donde caerse muerto, fue sepultado en la triste tradición de los cementerios civiles.

Con este libro, Señoritos Chulos, Fenómenos, Gitanos y Flamencos, publicado en 1916, Noel llevó a cabo el intento más sistemático de definición de la causa de sus desvelos, el flamenquismo, y todas sus horribles consecuencias.

En la mayoría de sus libros, venía a detectar los males de la patria española, que resume lo peor de la cultura popular, a la que considera subalterna a principios del siglo XX. Define al tipo flamenco con los rasgos de chulería, prestancia personal; pero sobre todo otra moral, garbo, afición a los toros y la guitarra canalla junto a los cantes andaluces, con un matonismo que prefiere la navaja al revolver. Llama a la dignidad vergüenza torera, y al corazón, riñones.

Cree Noel, que el flamenquismo se da cita en las plazas de toros, donde engorda y se desarrolla.

Entre los libros más señalados de su campaña antiflamenca están: Pan y Toros, Escenas Andaluzas, y Las Coplas, publicados entre 1913 y 1915.

Entra también en el campo del Derecho Penal, al recoger en su antiflamenquismo la estela del regeneracionismo de Joaquín Costa, aferrándose a la antropología criminal que algunos autores defendían en la tesis del criminalismo radical del italiano Cesare Lombroso, el cual afirmaba que, el cerebro de los criminales era diferente al del resto de los mortales. Afortunadamente esta teoría hace tiempo que ha sido desterrada por los penalistas más autorizados de esta disciplina del campo del Derecho.

En este libro que estamos comentando, Noel, se ceba con la andaluzada y con el gitanismo hasta límites verdaderamente lesivo. No obstante, es un detector auténtico de tendencias en las que nos dice: “El cante hondo” ha tenido fortuna consustanciándose en la inercia de la raza, complejo, y sombrío, que salió de los colmados, las zahúrdas, y las covachuelas que se impuso en la plaza pública, en las casas de alto copete, así como en los conciertos de teatro, y guardándose para las futuras generaciones en discos, y el fonógrafo, que es como se conserva en los sótanos del Teatro de la Opera de París.

Comprobamos que la pluma de Eugenio Noel es, brillante, precisa, incisiva, mordaz, y acertada, entre otros calificativos, que puestos sobre aviso, nos vuelve a sorprender en la página nueve cuando define: “Andalucía, joya de belleza infinita, de prodigiosa riqueza natural, orgullo legitimo del mundo y encanto de España”.

En los párrafos siguientes continua diciendo: “Oriente enervado, pueblo gigante de las mujeres a nada comparable y de héroes sublimes, envidia de Cartago, despensa de Roma, cantada por los rapsodas de Grecia, legitima eterna en los ojos musulmanes, visitada por todas las razas del universo”.

Página a página en el anverso y el reverso de estos títulos va describiendo una Andalucía que fue, y que hoy está casi todo superado envuelto en el polvo del olvido de unos tiempos que ya nos quedan lejanos.

En la página cincuenta y dos, nos vuelve a llamar la atención cuando leemos: “El señorito chulo no es una invención del literato, es un caso morboso tan abundante en Andalucía como los olivos, solo pueden negarlo, los que quieren tener, y quien pretende serlo.

Muy llamativo en lo que dice en página final, en su párrafo segundo, cito textualmente: “No es la ignorancia el mal. Es el atavismo, el fatalismo, la credulidad, son cera; almas blancas, en las que todo género de huellas queda impreso, menos lo grande y lo noble”.

Se despide diciendo: “El guapo que vive de la mechera, el chulo que mata a su querida el granuja que exige que se le ame a la fuerza, el acaparador, el que explota, el usurero, el gañan ensoberbecido, el político sin cultura, el señorito chulo; así hasta despedirse con la frase: “Y sobre este zócalo invisible, como sobre el brillo de lo pintoresco, una raza muy grande ha edificado un templo, y en su cella un ara a la diosa de la inconsciencia”.

Evidentemente, no comparto casi nada con Eugenio Noel, pero así están escritos sus pensamientos y sus vivencias, afortunadamente la historia sigue caminado y poniendo a cada uno en su sitio. Nosotros hasta que Dios quiera, estamos dispuestos a seguir aprendiendo.

Quiero destacar para ustedes, que comprendan la inclusión de las palabras en desuso que aparecen en el libro, pero he creído conveniente ajustarme a la realidad histórica en que fueron concebidas.