Para los que nos gusta el flamenco de verdad, quiero hablaros de un artista que se llama Ezequiel Benitez Dominguez y que está en plena promoción de su nuevo trabajo llamado Quimeras del tiempo (Recuer2) y que se está vendiendo como rosquillas porque viene cargado de mucho flamenco del que a mí me gusta tener en el coche para repetir una y otra vez sin parar, tanto por su elección de los cantes, que es un acierto empezando por unas bulerías muy pegadizas que invitan al movimiento, con el sello de su Jerez natal…
El tercer corte son unos tangos con variaciones muy flamencas y pausas en el compás típico del barrio donde nació. Letras que se ajustan muy bien a su timbre de voz y las hacen muy penetrantes aún tratándose de tangos, pero anima a coger el compás y palmear un rato mientras se escuchan.
El cuarto corte son unos fandangos acordándose del Gloria y aquí se nota la personalidad que yo admiro de Ezequiel ya que su capacidad para transmitir es impresionante. Todo sentimiento, todo corazón a la hora de interpretar esas letras hasta vaciarse en la armonía. Es difícil no conmoverse y a pesar de todo, podría seguir escuchándolo varias horas más por este palo.
En el quinto corte aborda la malagueña de Chacón con la dificultad que entraña en los cambios de altos y bajos y una respiración muy medida, para llevarlos otra vez a su manera tan singular y personal, en el que siempre está presente la estética de Jerez y la esencia de Chacón.
Ida y vuelta para el sexto corte en el que pone en valor su peculiar y poderoso instrumento en unas Guajiras limpias y templadas, con suma flamencura y una melismática interesantísima, demostrando que es un cantaor muy largo y que no se le oscurece nada.
En los fandangos personales demuestra un gran dominio expresivo, presentando todo un alarde de elementos que visten a un buen artista: rabia, poder, majestuosidad, derroche en los cambios, transmisión de flamenco cabal a raudales con la magnífica guitarra de Paco León en un enroque perfecto para sacarte el óleeeeeee tu.
Lleva la Zambra a su terreno en un sentido homenaje a las madres, poniendo en valor lo que significa la figura de una madre en la vida de cualquiera, con letras llenas de amor, afecto, cariño y reconocimiento por la labor que desempeña una madre en un marco muy sentimental.
Y el último corte lo dedica a su medio natural: bulerías con la guitarra de Diego del Morao y resto de acompañantes que saben llevarlo a la raíz de este palo y de su tierra: fuerza, capacidad de transmisión y gusto. Una verdadera invitación a la vida y a la alegría compartida.
En definitiva, es un trabajo para tenerlo y llevarlo en el coche, para enseñarlo a los amigos y compartirlo porque es un cantaor que no te deja indiferente nunca con lo que hace. Y siempre se entrega al máximo de sus posibilidades.
¡Gracias Ezequiel por las seguirillas que hiciste en la Peña el Taranto, digna para luchar por el premio de oro de la peña y sobre todo por cómo eres, tanto en el escenario como en las distancias cortas!.