De vez en cuando sucede… Aparece una voz que sorprende, se aprecia, se valora debidamente, pero a pesar de todo, cuando se produce el milagro del encuentro, es en un lugar inapropiado, o por un medio que no tenemos catalogado como contexto bien relacionado.
Y todo esto, que se dice con tanta facilidad, fue un verdadero alarde… Esta joven artista aparecía semanalmente cantando siempre un nuevo palo, con una solvencia y un conocimiento apabullante. Su desparpajo, su sentido del compás, su voz, laína y brillante, y su simpatía, no pasaban desapercibidos para mí, ni para mis hijos, que apenas contaban 7 u 8 años.
Y como decía al principio, de vez en cuando sucede, que aparece una voz que te despierta para que tomes consciencia de que el arte existe y es grande. De vez en cuando, aparece un disco como este “Pequeño deseo”, que recoge el cante por derecho con un planteamiento absolutamente actualizado y exento de prejuicios: aprovecha la riqueza musical del tanguillo para crear un precioso corte que alterna la intimidad con la entrega y la pegadiza melodía con el buen gusto; incluye una bambera como ya nadie canta; se atreve con la copla por bulerías que popularizó la gran Rocío Jurado “Se nos rompió el amor” con un carácter algo más íntimo; hace un homenaje dignísimo al malogrado Camarón y la escuela que defendía con la bulería conocida como “titiritando de frío”; impecable en los fandangos extremeños, aunque adolezca de cierta densidad, así como en los fandangos onubenses; llora bien por media granaína y malagueña del Mellizo; y se mete en una fiesta por bulería con grandes del palo, sin miedo ni complejos, y con mucha torería para terminar saliendo por la puerta grande.
También cuenta con una bulería dedicada al padre, que tiene una clara intencionalidad aparente de coherencia con su edad, y tres coplas-rumbas que bien podrían bailarse en discotecas, o simplemente disfrutarse sin hora precisa tituladas “Amor, amor”, “Reina mora”y “Escúchame”, y que en algunos momentos hacen recordar algunas joyas de Niña Pastori. Remata con “Tu nombre me sabe a hierba” de Joan Manuel Serrat, y que resulta ser el corte con menos luz del disco, a pesar de tratarse de una preciosa canción, que ya ha sido interpretada por varios flamencos con gran personalidad.
Este “Pequeño deseo” es un disco que alberga flamenco de calidad, del mejor que se puede hacer ahora, y que se concibe con miras más amplias que llegar al aficionado de siempre, ya que incluye coplas y canciones de corte pegadizo y temática variada, incluso sensiblona, a veces…
Lo extraño es que María Carrasco no sea reclamada en círculos y festivales flamencos como sucede con otras artistas de corte bastante menos flamenco. Tal es el caso de Diana Navarro o Pasión Vega… por ejemplo. Imagino que el mismo programa televisivo que la catapultó a la fama se convierte en un inconveniente para determinados ambientes.
Pues hay que decirlo… María Carrasco canta, y canta “tela”. Y merece por derecho propio un buen sitio en los carteles que genera el flamenco.