Orate


Discos Flamencos
Diego del Morao
Cigala Music (2010)
Pablo San Nicasio Ramos


De entre todos los nuevos guitarristas, hablamos de los nacidos después de 1975 por si alguien quiere ubicarse más exactamente, el que más rumorología elogiosa levantaba desde hacía tiempo era el que ahora presenta disco: Diego del Morao.

Último eslabón de una gloriosa estirpe (a los “moraos” tenemos la obligación los flamencos de conservarlos por la fuerza, como al lince ibérico) el chaval llevaba despuntando más de una década. Yendo con los principales cantaores del rincón del Sur y apareciendo en los álbumes de muchos de ellos como guitarrista de diferentes funciones y relevancia.

Cursos, galas…numerosos escenarios eran testigos de una concepción del compás única, privilegiada. Que no necesitaba de concursos para tener recorrido en los mentideros y que, además, era foco de atención de los grandes de la guitarra.

El mismo Vicente Amigo, por ejemplo, no dejaba de hablar de él cada vez que le preguntaban por algún tocaor de los que venían “apretando”. Y el que escribe, perdón por la autocita, no ha dejado de oír en cuatro de años de entrevistas flamencas el nombre de Diego del Morao como uno de los grandes, sino el más grande, repetimos, de los de su generación. Con la novedad además de ser el primer eslabón de su “reata” en mostrar inclinaciones concertísticas desde el principio. Sin renunciar al acompañamiento, faltaría más. Vocación esta última que es auténtica escuela y disciplina que muchos solistas temen en la actualidad. Pero ese es otro tema.

Y por fin, “Orate”. Disco de debut. Si nos ponemos a tirar de memoria, audioteca y hemeroteca, los primeros discos de los grandes ya eran trabajos para situarlos en la profesión sin demasiado margen de error. Para medir su posición real en el “escalafón”. Algo que sigue sucediendo. O debería.

Todos los tocaores que aparecen por primera vez en las tiendas saben que tienen que llamar la atención. Y si Diego ha esperado tanto precisamente era para eso, para ofrecer algo que le posicionase. Que pusiera las cosas en su sitio hasta una segunda intentona.

Así que con ansias de coger apuntes le damos al “play”.

Antes de eso, en los mismos títulos de crédito del disco, vemos hasta cuatro bulerías, nombres como los de Paco de Lucía o el Cigala (en tareas también de padrino discográfico), Chaboli, Niña Pastori, Diego Carrasco… se ve que no ha querido descuidar nada el jerezano. Remate impecable y las mejores premoniciones.

Y al entrar y bucear descubrimos un disco de un factura exquisita y una guitarra de gran nivel, siempre bajo el lenguaje flamenco. Para su debut Diego no ha querido hacer ni el más leve guiño a otros estilos o armonías que no sean los tradicionales de su tierra. De hecho llama la atención que el único toque libre sea una rondeña. No hay tarantas, mineras, granaínas, malagueñas, rumbas…toques que muchos guitarristas suelen escoger al tener un disco propio para explayarse.

Aquí predomina el compás y sobre todo la bulería, con cuatro muestras diferentes de este estilo. Todo un toque de atención para autoproclamarse primera figura en esas veredas.

Abre la que da nombre al disco. “Orate”. Bulería que cuenta con la voz del patrocinador del disco, Diego el Cigala. A día de hoy son pareja artística inseparable y todo ha salido rodado para que abriesen juntos.

Soleá por bulerías es “Gañanía”, con aires algo “vicenteros”, no sólo en el toque sino también en el juego de percusiones. Excelente concepción sonora y dominio del compás. Nada nuevo. Final a coro de los que se suele decir, con todos “a gusto”.

Los tangos “Drunji” son sólo instrumentales, gitanísimos, en la onda tomatera pero con algo más de swing jerezano. De filosofía improvisatoria sobre una sencilla armonía, son un juego más que un tema de profundidades.

Excepcional arranque y desarrollo para la siguiriya “Pago de la Serrana”. No por lo complejo, sino por todo lo contrario. De Ole continuo resulta una pieza que llama a cualquiera a buscarla en partitura, tantearla de oído y tratar siempre de imitar. Equilibrio de principio a fin. Falsetas de increíble dominio técnico y rítmico. Por su sencillez de escucha y flamencura, la que nos ocupa será una pieza legendaria para los guitarristas. Una de las cumbres del toque reciente por siguiriya. Así de claro.

Con Diego Carrasco por bulerías, lentas, es “¿Y ahora, qué?”. Tema que nos devuelve a la realidad cotidiana de este guitarrista. Para quien su disco es una fiesta de colegas. Ni más ni menos. Hay guitarristas íntimos, otros que buscan demostrar técnica desde el principio hasta el final, otros que lloran sus penas tocando. Diego del Morao pretende mostrar su visión del flamenco a través del compás y la flamencura que le da su guitarra y el buen rollo que le dan sus amigos del alma. Es su terreno, lo que ha mamado, y ahí es de los mejores.
Pieza más percutida y armónica que melódica, es un continuo juego de contratiempos y jaleos junto al otro amo del compás del barrio de Santiago.

“Niña Pastori” aparece (como en tantos otros discos de los grandes) para cantar más que bien por tangos en “El aire llega”. Armonías ya encontradas en el disco de Cigala “Picasso en mis ojos”, el tema mantiene el más alto nivel técnico, más que en los otros tangos, pero resultan el guiño obligado a la industria. Hit de bareto con una guitarra de escándalo. En la onda de lo que vienen haciendo los grandes últimamente para que sus discos no sean sólo culto de guitarristas.

Nada menos que Paco de Lucía interviene por bulerías, melódicas, improvisadas hasta cierto punto. Son “El Regalo”. Suponemos el porqué del nombre. Tema en forma de falsetas en los bordones, de tremendo soniquete. Con el añadido de ese sonido de mandola que Paco de Lucía imprime como nadie, y más improvisando como aquí. Aún así nos sabe a muy poco el papel de ambos en una pieza en la que los guitarristas que la degusten disfrutarán pero, no nos cabe duda, pedirán más.

Todo para en “La Maora”, rondeña. No hay compás y se nos hace muy raro ver a un Morao en este papel. De hecho la pieza, con todo lo que se pueda decir, gana en cuanto Chaboli mete su cajón y Diego se pone a encauzarla por ritmos abandolaos. Eso sí, con mímesis armónicas de las rondeñas de Paco de Lucía. Con Superior permiso, suponemos.

La fiesta de “Orate” acaba como empezó. Ahora con “deje” francés. “Juan & co” es el curioso título de una bulería en la onda festera de la quinta pista. En esta ocasión el papel de la voz lo toma Juan Carrasco. En fin y a la postre, todo queda en la casa del señor Compás.
El amigo Pero Grullo firmaría muchas de las alabanzas que hago del compás de Diego, pero es que francamente el jerezano es de esos guitarristas que se sitúan un punto por encima del resto si hay que tirarse la noche entera tocando por fiesta. Quien vale vale.

Álbum que cuenta con las colaboraciones, además de las citadas, del “pater” Moraíto, el bajo de Yelsi Heredia y “Maca”, las percusiones siempre importantes de Sabu Porrina, Piraña y Chaboli, y los flamenquísimos pianos de Juan Carrasco, “Jumitus” y Alfonso Pérez. Al que compre la primera tirada del disco le queda por saber quién es el que colorea magistralmente algunos temas con su violín…ya adelantamos que es Bernardo Parrilla.

Y disco que sería discutible catalogar como redondo porque, si fuera así, no veríamos a un concertista en unos registros tan concretos y en teoría limitados, algo reseñable tratándose de un tocaor enorme que aspira a lo máximo. Sería muy deseable por tanto que su trayectoria solista no se apoyase sólo en este disco.

En su descargo hay que decir que, hoy por hoy, no queda tan claro que Diego del Morao vaya a tomar la carrera solista como la principal de su profesión y que, en un álbum al uso, no había hueco para mucho más. En lo que hay, Diego nos descubre sin duda las veredas sublimes de los que tienen algo, mucho que decir en el próximo toque flamenco. Diego lo sabía y ahora nos lo creemos todos. De nuevo hay esperanza en la guitarra que viene.