Obra completa


Discos Flamencos
Carbonerillo
Calé Records, 2006
Marcos Escánez Carrillo


La Federación Provincial de Entidades Flamencas de Sevilla ha podido reunir la obra discográfica completa de este mítico cantaor. Esta obra, que se recoge en tres discos acompañados de un libreto escrito por el investigador que más tiempo le ha dedicado a este genial cantaor: Manuel Bohórquez.

El Carbonerillo nació en 1906 y falleció en 1937. Es decir, que en tan sólo 31 años de vida ha conseguido sobrevivir en la memoria colectiva del flamenco 70 años. Si a eso le sumamos que todas las grabaciones las realizó entre 1929 y 1932 (3 años), debemos plantearnos su historia como insólita y extraordinaria.

Con ocho años debutó en el Café Novedades de Sevilla, junto con Pepe Pinto y Pepe Marchena; y desde ese momento se convirtió en artista incondicional, hijo de la bohemia y esclavo de los entresijos de la noche.

Entre los aficionados ha existido una polémica sobre la autoría de uno de los fandangos del Carbonero, seguramente, el que más se asocia con su forma de cantar. Manuel Cerrejón la zanjó con la publicación en Pasarela de un disco de pepe Pinto datado en 1928, un año antes de que grabara el Carbonerillo, y en el que éste último dice textualmente “viva el creador de estos fandangos”, justo después de que el Pinto interpretara uno de ellos.

Es difícil, a pesar de la obviedad, aceptar que la autoría de un fandango sea del Pinto o del artista que nos ocupa, cuando escuchando estos tres discos podemos apreciar en la voz de este cantaor un considerable número de estilos de fandango que también grabó el maestro Pepe Pinto, otro genial cantaor.

Es razonable imaginar que dos personas que han crecido en el mismo barrio, que han sido compañeros artísticos y amigos, de forma inevitable, comparten gusto por determinadas estructuras musicales y también compartan las mismas referencias…

Al escuchar al Carbonerillo es fácil entender qué tiene de especial la música flamenca frente a otras músicas. El flamenco es la única que permite que un verso sea un vómito de dolor, que en un tono se concentre toda la rabia que puede expresar una garganta rota, que un acento sea un terrible aguijón de la vida.

Carbonerillo es eso, y en eso estriba su genialidad, libre en sus múltiples fandangos, profunda en sus soleares y terrible en sus seguiriyas.

En los cinco versos de un fandango se cuenta una historia completa, pero Carbonerillo la sufre, se lamenta, la llora; y el que lo escucha sólo puede, paralizado, sentirla en su dolor, el de Carbonerillo, en su quejío, en su lastimera pena, que anuda nuestra garganta.

Manuel Vega murió de tuberculosis pulmonar, pero el camino hacia el cementerio lo hizo de la mano de la bohemia mal entendida. Fue un alcohólico que sufrió en su embriaguez, de una forma flamenca, por todos nosotros.

Y así, sometido a un deterioro galopante, se dejó morir por las calles de Sevilla, sin que nadie comprendiera su destino ni su misterio.