NuevoCanteViejo


Discos Flamencos
Tremendo hijo y E.Montoya
Caló records, 2022
José Cenizo


TREMENDO HIJO Y EZEQUIEL MONTOYA

NuevoCanteViejo


CON EL TOQUE DE FERNANDO MARÍA, SEVILLA, CALÓ RECORDS, 2022
LO CLÁSICO VALE SIEMPRE
JOSÉ CENIZO JIMÉNEZ

Es ya casi cansina, y sin casi, la discusión en tono exacerbado y fundamentalista que a menudo se observa entre aficionados, críticos y artistas por el sempiterno asunto de la tradición y renovación en el flamenco. Por suerte, como demuestra el disco que comentamos, hay formas de hacer nuevo lo viejo, en el mejor sentido de la palabra en los dos casos. NuevoCanteViejo es un excelente título para un trabajo a dos voces y dos manos sobre una guitarra: las voces -y la cabeza, el conocimiento, la entrega, el corazón...- las ponen dos jóvenes cantaores, Tremendo hijo y Ezequiel Montoya, ambos de familias cantaoras y curtidos en esa escuela inprescindible del cante para el baile, y las manos sobre las cuerdas divinas de la sonanta el guitarrista, concertista, compositor, productor y director artístico, además de gran aficionado, Fernando María, que aquí deja testimonio de su calidad y su toque austero y clásico pero con matices personales. Completan el elenco las palmas y nudillos de Antonio Amaya “Petete” y Emilio Castañeda.

Fernando es el productor del disco para su colección de Caló Records, de la que ya comentamos alguna entrega, como la del recordado Juan Meneses, fallecido en plena juventud e ilusión artística y vital en 2020 a los 44 años. El disco se presenta magníficamente y el resultado es loable. Este CD recoge además cantes grabados en vivo el 21 de mayo de 2021 en el Espacio Turina de Sevilla. El sonido es magnífico, está grabado “sin amplificación ni maquinismos”, como dice en el texto del libreto el investigador Curro Aix, quien subraya de los cantaores su versatilildad, su inquietud y sagacidad, así como del guitarrista su afición, su experiencia, su toque elocuente.

Los cantaores se van alternando -gran idea- en los cantes. Así, Tremendo hijo hace seguiriyas, soleá del Chozas, cantiñas, bulerías, en tanto que Ezequiel Montoya malagueña y abandolaos, tientos tangos, seguiriyas, cantes de Levante. Los dos hacen el último cante, de cierre, al modo clásico, por tonás. Un recital bien planteado y cuyos resultados nos han convencido y llenado de agradecimiento por la calidad y la variedad de planteamientos vocales y estilos.

Se combinan a la perfección -en ambos casos con emoción, sin duda- la voz más afillá, sobrada de profundidad y fuerza de Tremendo y el eco más melodioso, puro almíbar, de Ezequiel. Las letras son básicamente populares, muy conocidas, desde la malagueña “Del convento las campanas...” a la seguiriya “Eran tan grandes mis penas...”, desde los tangos “Ya vienen bajando por las escaleras...” a la toná “En el barrio de Triana...” o las cantiñas “Cuando va andando / rosas y lirios / va derramando”. De este modo el homenaje a la tradición queda más patente en voces tan jóvenes e interesadas por este arte. Es cierto que eso no quita que, en nombre de la renovación, se hubieran podido incorporar algunas letras nuevas, inéditas en disco e incluso en recital, para sumar al acervo letrístico, como también podría haberse hecho algún cante de estilos como los de ida y vuelta (vidalita, guajira...), u otros aflamencados o similares (petenera, rondeña, nana, farruca, mariana, etc.), pero se comprende que un disco con sólo nueve cantes, uno de ellos repetido en las dos voces -la seguiriya, esa prueba del algodón cantaora-, no da para mucha variedad y, al mismo tiempo, los cantaores tienen sus preferencias y motivaciones. Quizá en otro deseable disco. No estaría mal, dada la calidad que aquí se nos brinda. Queda sugerida la invitación, que no es sino un deseo de escuchar a estos buenos cantaores en más palos o estilos flamencos.

Nos quedamos con todo, pues todo nos ha gustado (al margen de que alguna ocasión, como la de la soleá del Chozas, tan complicada por su métrica y cadencia, nos haya convencido menos). Si decidimos seleccionar, subjetivamente siempre, destacamos la malagueña de Ezequiel -deliciosa voz-, la seguiriya de Tremendo -fuerza, entrega-, los tientos tangos de Ezequiel -por bajini, casi como una nana, cante bonito en el mejor sentido de la palabra, es decir, armonioso, elegante y que cala y emociona-, los cantes de Levante de Ezequiel -con un inicio sin guitarra que es, como dice uno del grupo, “caramelo”, y tiene esta letra “Sol, levántate, / ilumina el campo dormío, / se calla el llanto de la noche, / que la luna tiene frío”, que canta La Susi, a quien se dedica el cante, en su disco Agua de mayo de 2017- y, por supuesto, la ronda de tonás entre los dos, con ese contraste de voces indicado, con la misma entrega y conocimiento. “Y si no es verdad...”, pues eso, si creen que no es verdad, escuchen este CD que aúna dos interpretaciones muy diferentes, complementadas, igualmente flamencas y bellas, con el añadido de una guitarra, la de Fernando María, sobresaliente, que sabe respetar el cante sin dejar de hacer su toque personal y con matices breves pero intensos, como en la malagueña, el arpegio en las bulerías, la sutileza en los cantes de Levante o la cadencia precisa y el tempo justo en las soleares...

En resumen, una obra que merece la pena que no pase desapercibida por todo lo indicado. Está llena de frescura y empuje, de variedad, del valor del directo, de letras valiosas, de influencias y ecos de la tradición -Pastora, Chacón, El Chozas de Jerez, Tomás Pavón, Manuel Torre, Pinini...- y homenajes a artistas recientemente desaparecidos, como La Susi, con una buena producción y una elegancia musical encomiables. Y, además, de títulos poéticos o curiosos como “Bañándose en el mar”, “Si te Tiento no me Tango” o “Fruta madura”. Maduro es este disco que enriquece el cante actual con una versión de hoy del cante -y del toque- de siempre, pues el flamenco clásico vale siempre. Siempre que, como aquí, se haga bien.