Mis primeros llantos


Discos Flamencos
El Niño de Elche
Dienc (2007)
Miguel Angel Aguilar Avilés


Francisco Contreras, El Niño de Elche, o un cantaor como la copa de un pino, me atrevo a subtitularlo. Veintidós años tiene este alicantino con criterio, con voz, con presente y con mucho futuro. O sea casi nada. Ya ven.

Para empezar, y que se hagan una idea, tras oír este primer disco la sensación que le queda a uno es similar a la que pudo tener cuando, en su día, oyó, por vez primera a Mayte Martín: los creadores con sensibilidad siguen naciendo en el flamenco.; suspiro de alivio.

No estamos ante un cantaor, ni un disco, con grandes efectismos, con agudos imposibles o con un sentimiento gitano desbordado, no. Estamos ante algo que perdura más, ante un cantaor - y un disco- sentado, reposado y con criterio. Que quiere no ser oído, sino escuchado.

La parte musical del asunto es impoluta, tanto en el grueso clásico del disco como en una canción (lejanamente acreditada por tangos) acompañada por bajo y piano, en los fandangos acompañados sólo por un original piano o en las seguidillas con arreglos de cuerdas, que ya han pasado a engrosar mi personal -y ajeno a derechos de autor- recopilatorio de seguidillas interesantes que algunos discos, última y escondidamente, nos están ofreciendo.

Los palos contenidos en los 63 minutos del disco son bulerías, granaina, canción, soleá, taranta y cartagenera, seguidillas, fandangos, peteneras, cantiñas y tientos, es decir, un completo y nada acomplejado repertorio en el que las melodías no tienden a ser las típicas de los discos flamencos al uso, gracias a un trabajo de gusto y de arqueología en la riqueza de los palos flamencos. El disco es una combinación entre el flamenco más clásico y la ruptura (cuatro cortes) que aparece, musicalmente, en forma de canciones flamencas con una cierta estética de cantautor (flamenco), llamémoslo así.

Otra feliz preocupación, culminada en el disco, son las letras que el Niño de Elche canta, y que están firmadas por Miguel Moyares, Calixto Sánchez, José de la Tomasa, Manuel Gerena, Fernando Villalon o Ana Maria Drack, entre otros. Resulta ineludible reproducir algunas de ellas. Por levante: La importación, las minas a cielo abierto,/ las máquinas y la importación/ han dejado a los mineros/ trabajando de peón, ay/ en unos invernaderos. Por fandangos: Hartito de trabajar/ los surcos de los campos/ hoy me lo encontré llorando/ porque no le crían ná/ para que otros tengan tanto. Por tientos: El fanatismo en el mundo/ rompe al hombre cada día:/ pierde razón la palabra,/ la paz entra en agonía. Y también: Queman al mundo entre guerras/ y aquí estamos impasibles/ ignorando este presente/ hacia un futuro imposible.

Tras escuchar el disco uno puede entender por qué, contando Francisco con sólo 18 años, una localidad de Murcia fundó una Peña bautizándola con el nombre del cantaor. Si a alguien puede recordar su cante es a El Cabrero y al Enrique Morente más joven.

Lo mejor: Para empezar la sorpresa discográfica en este mar, sin olas ni amaneceres, del cante actual. Y para seguir, la promesa que supone este cantaor, al que le deseo, si es que lo lleva dentro, que se suelte más la melena y rompa a enloquecer. En todo caso su futuro, sea por la senda que sea, será bueno. Para él y para quienes lo oigamos.

Lo peor: Que uno quisiera, por las posibilidades y la intención que tiene, que la canción por tientos que cierra el disco fuera musicalmente más incómoda de lo que es, más imprevisible. Pues, aún teniendo toques interesantes, yo creo que pide una mayor personalidad, enjundia y rebeldía (la música). Aunque esto, como ven, es un muy personal y concreto criterio del que escribe.