Mi única llave


Discos Flamencos
José Mercé
Emi, 2013
Marcos Escánez Carrillo


Cuando José Mercé aparece con un nuevo disco, todos los medios de comunicación españoles se ponen las pilas y se apuntan a la entrevista promocional. Y es que José Mercé es un artista con mucho tirón mediático prácticamente desde que empezó su carrera en los tablaos de Madrid. Ahora y tras el filón estético que ha defendido desde su disco “Del Amanecer” hasta el anterior “Ruido”, se ha convertido en uno de los pocos “divos” del flamenco y salvando las incongruencias que hemos tenido que soportar en sus planteamientos públicos, tales como la defensa de la pureza o topicazos como el de la nacencia, la sangre o la ausencia de voces que duelan desde los años 50 desmereciendo así a todos sus compañeros, lo cierto es que José Mercé es un gran artista y una excelente persona. Quizá necesite definir un poco más su discurso para que no se riña con sus movimientos artísticos, que lo son.


En su estela andan rondando productores de primer nivel, y para este disco, el binomio se cierra con un nombre de lujo. Javier Limón ha defendido su carrera como productor musical por encima de la de músico. El resultado final es un disco sofisticado en la producción, pero sencillo en esencia, con préstamos importantes de otros grandes artistas, muy especialmente Enrique Morente, con más flamenco ortodoxo del que nos tiene acostumbrados en sus últimos trabajos, y con claras intenciones de abordar otros registros, también flamencos, en los que antes no había entrado.

Grabado entre Madrid, Jerez de la Frontera, Lausanne (Suiza) y Boston (EEUU), el disco se presenta como la vuelta del Maestro jerezano al flamenco, como si alguna vez hubiera dejado de serlo…

Abre con tonás sobre un coro de voces búlgaras, algo absolutamente inspirado en las experiencias que ya realizó Enrique Morente durante y después de su disco Lorca. Y la verdad es que a pesar de que Mercé canta de bien para arriba en este corte, entregado y con vena creativa, lo de Morente está artísticamente a años luz de este dibujo que de no existir ese precedente, sin duda, me parecería hermoso.

Con tono lastimero y profundidad, Mercé despliega su mejor voz para rendir un sentido homenaje a su gran amigo Moraíto Chico, que fue su guitarrista durante muchísimos años y que lamentablemente falleció en agosto de 2011. Se hace acompañar de su hijo Diego del Morao, otro guitarrista de lujo que ya se ha ganado el respeto de los más grandes. Y para esto cuenta con la letra de Alejandro Sanz.

Manuel Parrilla es una institución de la guitarra jerezana, capaz de abordar la estética local con toda la solera necesaria, pero también amante de la guitarra por la guitarra de acompañamiento, en cualquier registro. Basta recordar su periplo con el Maestro Enrique el granaíno. Aquí acompaña unas cantiñas, con letra de Javier Limón, también lastimeras al principio y que después se crecen con las aportaciones y la voz de Mercé.

Javier Limón también es el creador de los tangos y de las bulerías que siguen, modernos y sencillos, aunque los primeros aportan poco a lo que ya ha hecho José Mercé en su carrera. La bulería tiene otra factura de más calado. Sin duda, lo más sobresaliente son las guitarras de Diego en los tangos y la de Tomatito y su hijo en las bulerías.

La soleá aparece cómoda para el cantaor, con un toque clásico, aunque en los créditos no se especifica quién es el guitarrista. Su intención es reflejar un cante de enjundia, jerezano y reverencial a sus mayores, aunque en el resultado final sabe a poco, seguramente porque canta en un tono menor que al que nos tiene acostumbrados en sus directos. Remata el cante con un fandango natural, que entra fácil en el compás de la soleá lenta, pero sin connotaciones soleaeras.

Llave del amor se da como el tema más pegadizo del disco. Son unos tangos de Javier Limón, intrépidos de ejecución que encuentran la sal en el cambio de ritmo de parte del estribillo.

Con la Salvaora que popularizó Caracol sucede lo mismo que con la Elegía a Ramón Sijé que musitó Enrique Morente… que por bonita y flamenca que tiene la voz nuestro protagonista y la ralentización del ritmo no consigue la profundidad que los artistas originales consiguieron.

Para la bulería de oriente cuenta con la guitarra de Pepe Habichuela, siendo la primera vez que graban juntos. La flamencura de ambos es una combinación absolutamente disfrutable.

Siguen otros tangos de Javier Limón que sólo sirven para el lucimiento de Diego del Morao. Y termina el disco con unos fandangos de Huelva algo orientalizados en orquestación, que le dan título al disco.

Está claro que este no es el mejor disco de José Mercé. Creo que la aportación de Javier Limón se resume en un exceso de tangos y bulerías, quizá buscando no desvincular a un público ya ganado con otros trabajos anteriores de concepto más modernista. En cualquier caso, las nuevas formas cantaoras de Mercé tampoco ayudan. Me refiero a la respiración excesiva en cada tercio, que resta calidad al cante y que en sus directos es mucho más evidente. Por otro lado, las letras nuevas, es decir, las que no son populares o de origen culto, dejan mucho que desear.