Las mudanzas en tiempos de Silverio


Libros
Guillermo Castro Buendía
Carena. 2010
Antonio Nieto Viso


Por gentileza de Ediciones Carena, he recibido un importante libro, con el que quiero compartir con todos ustedes esta lección magistral de Guillermo Castro Buendía, que nació en Madrid en 1973, en la actualidad, titulado superior en la especialidad de guitarra clásica. Ha puesto su sapiencia al servicio del flamenco para que los investigadores y público en general continúen esta línea culta para encontrar nuevas posibilidades en el pentagrama, y así conocer mejor los palos de este arte que recibe con los brazos abiertos todas las aportaciones y estudios tomando como referencia en esta ocasión, al gran Silverio.


Llama la atención del lector desde el capítulo primero, donde comprendemos todo el amor, esfuerzo, y constancia, del autor en este texto sumamente muy interesante pasando por la teoría y la práctica, con una terminología inevitable y muy avanzada para los que no saben solfeo, pero es que no se puede explicar de otra manera.

Comienza Guillermo Castro diciendo que, los primeros medios de grabación sonora no aparecieron hasta casi a finales del siglo XIX con el fonógrafo de Edison, inventado en 1877 y patentado un año después, para aparecer a continuación el gramófono de Emile Berliner en 1888, ya como medio sonoro bastante perfeccionado. Por lo tanto, no es posible disponer de otros medios para conocer la exacta interpretación de los estilos flamencos antes de la invención de los medios citados.

Mas adelante, nos manifiesta que es cierto que existen estudios musicólogicos sobre el folklore realizados en el siglo XIX, pone los ejemplos de Eduardo Ocón, Felipe Pedrell, Julián Calvo, y José Verdú, que pueden ayudar a descifrar los orígenes musicales de algunos estilos que beben directamente de la música popular; pero para encontrar algo exclusivo sobre el flamenco, exceptuando algunos de los cantos españoles de Ocón, o bien tenemos que irnos al método de guitarra flamenca de Rafael Marín de 1902, y los posteriores estudios de Manuel García Matos.

El página dieciséis, está contenido un resumen de la biografía de Silverio Franconetti Aguilar, que nació en 1830 y murió en 1889, al que considera este estudioso como el primer cantaor verdaderamente flamenco que se sube a un escenario, aunque en principio no se usara esta denominación para anunciarse, sino que se utilizó la de célebre cantador popular, y lo fue concretamente en un teatro según un diario gaditano el 28 de julio de 1864.

Cree Castro Buendía, que la transmisión oral es fundamental, tanto en los cantes que practicaba Silverio en su época, como en las posteriores creaciones llevadas a cabo por los diferentes artistas de forma oral hasta la actualidad en los diferentes estilos por medio de las escuchas y la posterior repetición.

El capítulo II, se ocupa de la transcripción de la música flamenca a través del pentagrama. Lo mismo sucede con los palos, para así satisfacer las exigencias de los melómanos y aficionados. Pone el ejemplo con la media granaína y la granaína de don Antonio Chacón, la liviana primitiva de Pepe el de la Matrona, las bulerías de Cádiz de Aurelio Sellés, y las jaberas de El Mochuelo. Insiste seguidamente en la característica idiomática de la música flamenca mediante la melodía y la armonización.

Manejando una amplia bibliografía con mucha sabiduría, este experto musical, se ocupa de los cantes sin guitarra como la toná, el martinete, la carcelera, o la debla, según el lugar donde se practique, u otro posible origen de nomenclatura, destacando que son los estilos menos estudiados.

Afirma por otra parte, que la tradición atribuye a Tío Luis el de la Juliana la paternidad de las primeras tonás flamencas. Sobre su pervivencia hasta la actualidad hay que tener en cuenta la vía de la transmisión de Silverio hacia don Antonio Chacón y otros discípulos.

Destaca en poner el acento entre la toná y la liviana con sus diferencias. Hay veintiséis clases que se conservan en la memoria, y que deben sus nombres a los cantaores que las crearon.

Para el análisis musical sobre el pentagrama se ha valido de las grabaciones de El Tenazas de Morón, José Cepero, Paco Mazaco, el Gloria, Tomás Pavón, Rafael Romero, Manolo Caracol, y Antonio Ranchal, entre los más destacados en las correspondientes variantes.

Sería prolijo enumerar capítulo por capítulo. Decirles que se ocupa de la petenera en ritmo de compás y armonía, la melodía de la caña y el polo, la liviana y la serrana, la seguiriya, las soleares, los fandangos; y completa todo con un epílogo en el que analiza el tipo musical aglutinando todo lo tratado en cada tema, y como protagonista resalta a Silverio, al que considera fundamental desde su propuesta de cante para escuchar cuando en 1864 se presentó en diversos teatros de la provincia de Cádiz, con la guitarra como único acompañante con su criterio musical en la configuración de estilos como, la seguiriya, la caña, el polo, y la serrana.

En mi opinión, el libro Las Mudanzas del Cante en Tiempos de Silverio, es para tenerlo en nuestra biblioteca, leerlo con calma y varias veces, y consultarlo como obra de referencia.