La guitarra clásica y la flamenca vuelven a juntarse, esta vez a dúo. Estamos ahora ante dos instrumentistas que interpretan obras clásicas y flamencas juntos, poniendo cada uno su concepto personal sin hacer el estilo de su compañero. “Encuentro de Guitarras” es el trabajo discográfico de Flavio Sala con la clásica, intérprete italiano premiado en numerosos certámenes; y Juan Lorenzo con la guitarra flamenca, autor también conocido por sus aventuras pedagógicas.
“Alma Llanera” es la primera pieza. Compuesta por Pedro Gutiérrez, es interpretada a dúo. Híbrido de sones iberoamericanos, bulerías en modo menor (con alguna falseta peligrosamente parecida a alguna de la primera época de Paco de Lucía) y algunas intenciones clásicas muy acertadas.
“Tierra Granaína” combina una introducción por granaína de corte muy antiguo, con falsetas y texturas del flamenco de Montoya, para seguir con una versión solvente de la muy popular “Asturias” de Albéniz. En algún disco del recordado Niño Ricardo, aquí reseñado, hemos visto pasajes también con esta pieza intercalada. La obra de Albéniz queda partida por la mitad al volverse a la granaína, para más tarde tocarse el final de ambas. Resultado original en el que la tonalidad común ayuda mucho a enlazar las piezas.
Una de las grandes apuestas del dúo es “Calima”. Pasaje complejo de Gerardo Núñez por los diferentes registros, todos virtuosísticos, en lo técnico, lo melódico y lo armónico. La pareja de guitarristas aquí solo renquea, a mi juicio, en la parte de la improvisación porque quizá al guitarrista clásico le cuesta más alcanzar el grado de empaste tímbrico y de fraseo que sugiere este auténtico desafío flamenco.
“Campanas” es una siguiriya que Juan Lorenzo comienza con los armónicos que dan nombre al tema. Guitarra de pura antigüedad donde se vuelve a encontrar el guitarrista flamenco muy a gusto. Falsetas de sones casi decimonónicos. Siguiriya al cabo muy académica y lograda.
El zapateado “Percusión Flamenca” de Paco de Lucía pasa por ser uno de los últimos puntos clave del “primer Paco”. Pieza hoy muy difundida en todo tipo de formatos y a la que se está accediendo en masa ya sea por parte de estudiantes, profesionales o aficionados. En esta ocasión se consigue una fidedigna versión por no buscar la imitación por el tempo, bastante inalcanzable de por sí, sino por el timbre y la flamencura. Buena dinámica y nulas pretensiones desorbitadas. Un gran trabajo.
Vemos mucho recuerdo a Paco de Lucía (los guitarristas extranjeros, generalmente, cuando se acercan al flamenco lo hacen a través del maestro de Algeciras y su shock es mayor incluso que el de los guitarristas nacionales, más proclives quizá a escuchar a otros tocaores). En este disco incluso se dedica un tema “A Paco”. A compás de alegrías, Juan Lorenzo crea una pieza de nuevo de estética añeja, con cositas de “La Barrosa” y quizá demasiadas aspiraciones técnicas. Un pelín menos de tempo y la cosa sería de nota.
“La Cartuja” es la granaína insigne de Gerardo Núñez. Obra que reivindicó al de Jerez no sólo como una “máquina” con dedos, sino como tocaor con extraordinario soniquete y gusto en estos toques más libres. En esta versión observamos que el comienzo es el de la granaína de Paco de Lucía “Reflejo de Luna” del disco “Fuente y Caudal”, para proseguir íntegramente con el toque de Gerardo. El timbre que caracteriza a esta pieza es aquí más metálico y el tempo por el que se opta es el idóneo. Cumbre del disco por lo acertado en la elección de la pieza y por el resultado.
La guajira “Elenita” comienza exactamente igual que las alegrías “La Barrosa” de Paco. Además, incluye guiños al de Algeciras entre líneas. No sé hasta que punto este “fiel reflejo del estilo” de un guitarrista puede menoscabar una obra que, en teoría es original. Es resaltable el esfuerzo técnico que, tanto aquí como en el resto del disco, hacen estos dos intérpretes.
El mítico “Tico Tico” de Abreu fue una pieza que cerró multitud de conciertos a fines de los setenta y en los ochenta. Obra popular que para unos era un prodigio de dificultad técnica y para otros una “sobrada” de cara a la galería. Aquí se consiguen buenos momentos intercalados con otros que, en algunos casos, se ven ligeramente ensombrecidos por lo complicado de hacer compatibles la pulsación clásica con el picado flamenco.
Décimo toque y final. “Juego”, pieza por bulerías extraída de un directo que sugiere un academicismo en este toque rayano con el acompañamiento más que con el concierto en solitario. Cierre festero con los ecos jerezanos de la “Almoraima” de Paco.
El disco se completa con el cajón de Darío Carbonell y con José Salguero a las palmas y los jaleos. Este escueto apoyo hace que resalte aún más la labor de los guitarristas y que por tanto veamos más claramente sus intenciones. Predominantemente flamencas, queda claro. Estamos de nuevo ante una muestra de la naciente moda de versionar en disco piezas actuales del flamenco, algo que sin duda no debe extrañar al que lo oye ni menoscabar el prestigio de quien se atreve con ello. Obras que, sin duda, ocupan ya un lugar privilegiado en el creciente archivo sonoro de la sonanta.
“Alma Llanera” es la primera pieza. Compuesta por Pedro Gutiérrez, es interpretada a dúo. Híbrido de sones iberoamericanos, bulerías en modo menor (con alguna falseta peligrosamente parecida a alguna de la primera época de Paco de Lucía) y algunas intenciones clásicas muy acertadas.
“Tierra Granaína” combina una introducción por granaína de corte muy antiguo, con falsetas y texturas del flamenco de Montoya, para seguir con una versión solvente de la muy popular “Asturias” de Albéniz. En algún disco del recordado Niño Ricardo, aquí reseñado, hemos visto pasajes también con esta pieza intercalada. La obra de Albéniz queda partida por la mitad al volverse a la granaína, para más tarde tocarse el final de ambas. Resultado original en el que la tonalidad común ayuda mucho a enlazar las piezas.
Una de las grandes apuestas del dúo es “Calima”. Pasaje complejo de Gerardo Núñez por los diferentes registros, todos virtuosísticos, en lo técnico, lo melódico y lo armónico. La pareja de guitarristas aquí solo renquea, a mi juicio, en la parte de la improvisación porque quizá al guitarrista clásico le cuesta más alcanzar el grado de empaste tímbrico y de fraseo que sugiere este auténtico desafío flamenco.
“Campanas” es una siguiriya que Juan Lorenzo comienza con los armónicos que dan nombre al tema. Guitarra de pura antigüedad donde se vuelve a encontrar el guitarrista flamenco muy a gusto. Falsetas de sones casi decimonónicos. Siguiriya al cabo muy académica y lograda.
El zapateado “Percusión Flamenca” de Paco de Lucía pasa por ser uno de los últimos puntos clave del “primer Paco”. Pieza hoy muy difundida en todo tipo de formatos y a la que se está accediendo en masa ya sea por parte de estudiantes, profesionales o aficionados. En esta ocasión se consigue una fidedigna versión por no buscar la imitación por el tempo, bastante inalcanzable de por sí, sino por el timbre y la flamencura. Buena dinámica y nulas pretensiones desorbitadas. Un gran trabajo.
Vemos mucho recuerdo a Paco de Lucía (los guitarristas extranjeros, generalmente, cuando se acercan al flamenco lo hacen a través del maestro de Algeciras y su shock es mayor incluso que el de los guitarristas nacionales, más proclives quizá a escuchar a otros tocaores). En este disco incluso se dedica un tema “A Paco”. A compás de alegrías, Juan Lorenzo crea una pieza de nuevo de estética añeja, con cositas de “La Barrosa” y quizá demasiadas aspiraciones técnicas. Un pelín menos de tempo y la cosa sería de nota.
“La Cartuja” es la granaína insigne de Gerardo Núñez. Obra que reivindicó al de Jerez no sólo como una “máquina” con dedos, sino como tocaor con extraordinario soniquete y gusto en estos toques más libres. En esta versión observamos que el comienzo es el de la granaína de Paco de Lucía “Reflejo de Luna” del disco “Fuente y Caudal”, para proseguir íntegramente con el toque de Gerardo. El timbre que caracteriza a esta pieza es aquí más metálico y el tempo por el que se opta es el idóneo. Cumbre del disco por lo acertado en la elección de la pieza y por el resultado.
La guajira “Elenita” comienza exactamente igual que las alegrías “La Barrosa” de Paco. Además, incluye guiños al de Algeciras entre líneas. No sé hasta que punto este “fiel reflejo del estilo” de un guitarrista puede menoscabar una obra que, en teoría es original. Es resaltable el esfuerzo técnico que, tanto aquí como en el resto del disco, hacen estos dos intérpretes.
El mítico “Tico Tico” de Abreu fue una pieza que cerró multitud de conciertos a fines de los setenta y en los ochenta. Obra popular que para unos era un prodigio de dificultad técnica y para otros una “sobrada” de cara a la galería. Aquí se consiguen buenos momentos intercalados con otros que, en algunos casos, se ven ligeramente ensombrecidos por lo complicado de hacer compatibles la pulsación clásica con el picado flamenco.
Décimo toque y final. “Juego”, pieza por bulerías extraída de un directo que sugiere un academicismo en este toque rayano con el acompañamiento más que con el concierto en solitario. Cierre festero con los ecos jerezanos de la “Almoraima” de Paco.
El disco se completa con el cajón de Darío Carbonell y con José Salguero a las palmas y los jaleos. Este escueto apoyo hace que resalte aún más la labor de los guitarristas y que por tanto veamos más claramente sus intenciones. Predominantemente flamencas, queda claro. Estamos de nuevo ante una muestra de la naciente moda de versionar en disco piezas actuales del flamenco, algo que sin duda no debe extrañar al que lo oye ni menoscabar el prestigio de quien se atreve con ello. Obras que, sin duda, ocupan ya un lugar privilegiado en el creciente archivo sonoro de la sonanta.