EL FLAMENCO EN FRANCISCO VILLAESPESA (1877 - 1936)
“EL DESENGAÑO Y LA PENA
ENGENDRAN EL CANTO MIO;
NO EXTRAÑES QUE SEA TAN TRISTE….
¡DE TALES PADRES, TAL HIJO”
(F. Villaespesa, “Intimidades”, 1898)
Un día, ya muy lejano, hojeando la obra poética de Villaespesa, me fijé en “Cantares” y, por un simple azar, comprendí que en Villaespesa estaba plenamente reflejada la expresión vivencial del pueblo andaluz: El Cante. Desde entonces, se hizo amigo y compañero mío. Yo no esperaba que el poeta de la “lucha interna” fuera poseedor de una musa tan fina y delicada cantando la milenaria y autóctona cultura andaluza. Creo haber comprendido a Villaespesa. Tal es así, que no dudé de que sus muchísimos “versos flamencos” fueran objeto de un capítulo de mi tesis doctoral (Granada, 1977). Francisco Villaespesa Martín – como otros muchos poetas – merece estar entre los “Forjadores del Flamenco”.
Más de una vez me he preguntado: ¿Qué sintió Villaespesa ante el Cante Jondo?, ¿cómo pudo dejarnos escritos tan “flamenquísimos poemas”, que sirvieron de modelo para las generaciones posteriores? ¿Por qué se tiene postergado y casi sepultado en la cuneta del olvido a un hombre que necesariamente sintió el flamenco en sus propias carnes? ¿A qué se debe que la Flamencología no haya catalogado al “Cantor de la raza” como uno de los primeros que puso su “inspiración poética” para cantar lo que siente el más poeta natural, el pueblo andaluz? Tal vez la sobreabundancia lírica del poeta almeriense haya cubierto con grueso vuelo la exquisita y apropiada de sus “Cantares Flamencos”. Diego Sanjosé calificó a Villaespesa como “heredero único y forzoso” de Zorrilla. Pero Villaespesa – afirma Federico Mendizábal – siempre y más que nada español, es también el andaluz típico del cante, que por expresiva fuerza pasionera nos echa coplas que hablan del patíbulo, la reja, la navaja, los celos, el vino, la cárcel, la noche, la ronda, Dios, la vida futura… con plenitud española, cfr. Introducción y Notas a “Poesías Completas” de Francisco Villaespesa”. Editorial Aguilar, Madrid, 1954. Por citar algunos ejemplos, diremos que Manuel Machado, Lorca, Alberti, Rafael Montesinos, Rafael de León, Tomás Borrás, José Tejada, Julio Alfredo Egea, Sánchez Rodríguez, Antonio Murciano etc. hunden sus raíces flamencas en el almeriense de Laujar de Andarax.
Ahora bien, si el cante se define por los sentimientos naturales dichos en coplas o cantares, sin duda alguna en Villaespesa encontramos perfectamente definidas las ideas y sentimientos sobre la guitarra, la tristeza, el amor, los campesinos, la madre, las enfermedades, saetas, verdades naturales, cantares de ciego, toros, ferias, romerías, fiestas religiosas, supersticiones…Un compendio exacto y una radiografía muy fiel de todo el componente metafísico de la esencia del flamenco. Y de cada motivo ofrece el poeta varias composiciones. Sin embargo, donde más sobresale, según mi criterio, es en el campo de las Soleares y Seguiriyas. La estructura métrica, el pensamiento y el ritmo son perfectos. Se sabe que la vida de Villaespesa transcurrió en un ambiente muy poético, andaluz y flamenco, a pesar de haber quedado huérfano a los dos años de su existencia (1879). El estigma del dolor le acompañará a lo largo de toda su vida: “DE DOLOR HERIDOS / TEMBLARON MIS HUESOS; DOBLÉ MI CABEZA, SE NUBLÓ MI VISTA / Y LLORÉ UN MOMENTO” (Poesías Completas, pág. 78.), este poema, y otros más, lo dejé registrado por seguiriyas en el Lp “Flamenco tradicional”, acompañado por la guitarra de Manuel Cano (Málaga, 1978). Villaespesa fue un poeta excepcional en la forja y desarrollo del Arte Flamenco.