Varón de bronce y junco que depura
la estética del baile de su tierra.
Bracea y crea, ampara, ciñe y cierra
el arcoiris vital que su figura
va dejando en el aire: donosura,
filigranas de sal, de vida y fuego,
un ritmo hecho misterio, sueño y juego
para darle razón a la jondura.
Bailando se emociona, se estremece
y a su arte con su enjundia enaltece-
¡Ay, que árbol de raíces aureolado¡
Y señor del compás, del zapateado,
Mario Maya levanta su fiel rito
Como se consagra lo más bendito.
la estética del baile de su tierra.
Bracea y crea, ampara, ciñe y cierra
el arcoiris vital que su figura
va dejando en el aire: donosura,
filigranas de sal, de vida y fuego,
un ritmo hecho misterio, sueño y juego
para darle razón a la jondura.
Bailando se emociona, se estremece
y a su arte con su enjundia enaltece-
¡Ay, que árbol de raíces aureolado¡
Y señor del compás, del zapateado,
Mario Maya levanta su fiel rito
Como se consagra lo más bendito.