En la bella ciudad de Almería, se escribió el último capítulo de la vida artística de uno de los más grandes cantaores que hemos tenido la dicha de escuchar. Por eso, la Peña Flamenca el Taranto de esta ciudad marinera, su Diputación Provincial, el Instituto de estudios almerienses, y la Agencia Andaluza para el Desarrollo del Flamenco, junto a la cortesía de nuestro buen amigo Antonio Cruz Madroñal, han puesto a disposición de los aficionados esta edición no-venal (800 ejemplares) de la última actuación en público del Excmo. Señor Don Antonio Mairena, acontecimiento que se celebró en la sede de la Peña el Taranto, la noche del 14 de Mayo de 1983, pocos meses antes de su muerte, acaecida en Sevilla el 5 de Septiembre.
El Cd. comienza, con los correspondientes actos protocolarios que en los últimos años de su vida recibió el genio de los alcores. El núcleo central de este documento histórico, lo encontramos en los cortes 5 al 9, en la que la guitarra sabia y gitana de Pedro Peña acompañó al cantaor; una maravilla que con la ayuda de la técnica podemos rememorar, ahora y siempre, para comprobar la grandeza del Arte Flamenco en la voz de este artista que ya no está entre nosotros.
Es nuestra responsabilidad, el hablar con total objetividad de los acontecimientos históricos que hemos vivido; de ahí, mi profundo respeto cuando escribo sobre el Flamenco, ya que eso queda para siempre; evidentemente, sin ataduras de ningún tipo, según mi leal saber.
Por mi trabajo, durante muchos años, en el Archivo Sonoro de Radio Nacional de España, he podido escuchar la mayoría de las actuaciones de don Antonio, que fueron grabadas por la emisora pública a lo largo de toda España. Mi impresión es que Mairena nunca cantó igual, así que una cosa es escuchar el cante en sus discos, perfectamente centrado en su trabajo, otra cuestión es en el escenario transmitiendo la fidelidad del pasado y el respeto para el Flamenco y su raza; y por último, comprobamos otra personalidad, en la reunión de la fiesta privada con los amigos, mucho más relajado y con toda su humanidad.
Abre don Antonio, con unas Cantiñas cargadas de belleza musical imposible de superar, que nos sirven como patrón para diferenciarlas de las Alegrías, error frecuente en el que caen tanto minorías de aficionados, como también algunos cantaores.
Por Soleares conoce muy bien los secretos, se le nota a gusto con el toque de Pedro Peña en las variedades de Alcalá de su admirado Joaquín El de la Paula, recorrido estilístico que sigue con Enrique el Mellizo y La Serneta con las influencias de su prima Pastora Pavón.
En el corte7, el cantaor, el maestro, el catedrático, dicta su lección embargado por la emoción y la enorme responsabilidad en la que se adentró, que se le nota cuando dice: "Voy a corresponder con una cosa en la que se emplea el corazón por entero: voy a cantar por Seguiriyas. Todavía hoy, 25 años después, se me pone la carne de gallina escuchando entre otras, la Seguiriya de Jerez de Paco la Luz, pasando por Triana en la versión de Frasco el Colorao, que cierra con los aires de Los Puertos, ese territorio que tanto le inspiró en su larga carrera artística.
Esa noche mágica del 14 de Abril de 1983, también cantó por Bulerías, con una expresión que solo los genios pueden transmitir con tanta emoción, totalmente feliz con la característica chispa sonora de la chufla festera.
El excepcional documento, se cierra con unos extraordinarios Tientos, entre los que sobresale el estilo de Frijones, con los que demuestra que conoció todos los palos jerezanos en compañía de cantaores y guitarristas de esta tierra.
Buen trabajo para honrar a aquel gran andaluz, que fue Antonio Cruz García, para la historia del Arte Flamenco, don Antonio Mairena.
El Cd. comienza, con los correspondientes actos protocolarios que en los últimos años de su vida recibió el genio de los alcores. El núcleo central de este documento histórico, lo encontramos en los cortes 5 al 9, en la que la guitarra sabia y gitana de Pedro Peña acompañó al cantaor; una maravilla que con la ayuda de la técnica podemos rememorar, ahora y siempre, para comprobar la grandeza del Arte Flamenco en la voz de este artista que ya no está entre nosotros.
Es nuestra responsabilidad, el hablar con total objetividad de los acontecimientos históricos que hemos vivido; de ahí, mi profundo respeto cuando escribo sobre el Flamenco, ya que eso queda para siempre; evidentemente, sin ataduras de ningún tipo, según mi leal saber.
Por mi trabajo, durante muchos años, en el Archivo Sonoro de Radio Nacional de España, he podido escuchar la mayoría de las actuaciones de don Antonio, que fueron grabadas por la emisora pública a lo largo de toda España. Mi impresión es que Mairena nunca cantó igual, así que una cosa es escuchar el cante en sus discos, perfectamente centrado en su trabajo, otra cuestión es en el escenario transmitiendo la fidelidad del pasado y el respeto para el Flamenco y su raza; y por último, comprobamos otra personalidad, en la reunión de la fiesta privada con los amigos, mucho más relajado y con toda su humanidad.
Abre don Antonio, con unas Cantiñas cargadas de belleza musical imposible de superar, que nos sirven como patrón para diferenciarlas de las Alegrías, error frecuente en el que caen tanto minorías de aficionados, como también algunos cantaores.
Por Soleares conoce muy bien los secretos, se le nota a gusto con el toque de Pedro Peña en las variedades de Alcalá de su admirado Joaquín El de la Paula, recorrido estilístico que sigue con Enrique el Mellizo y La Serneta con las influencias de su prima Pastora Pavón.
En el corte7, el cantaor, el maestro, el catedrático, dicta su lección embargado por la emoción y la enorme responsabilidad en la que se adentró, que se le nota cuando dice: "Voy a corresponder con una cosa en la que se emplea el corazón por entero: voy a cantar por Seguiriyas. Todavía hoy, 25 años después, se me pone la carne de gallina escuchando entre otras, la Seguiriya de Jerez de Paco la Luz, pasando por Triana en la versión de Frasco el Colorao, que cierra con los aires de Los Puertos, ese territorio que tanto le inspiró en su larga carrera artística.
Esa noche mágica del 14 de Abril de 1983, también cantó por Bulerías, con una expresión que solo los genios pueden transmitir con tanta emoción, totalmente feliz con la característica chispa sonora de la chufla festera.
El excepcional documento, se cierra con unos extraordinarios Tientos, entre los que sobresale el estilo de Frijones, con los que demuestra que conoció todos los palos jerezanos en compañía de cantaores y guitarristas de esta tierra.
Buen trabajo para honrar a aquel gran andaluz, que fue Antonio Cruz García, para la historia del Arte Flamenco, don Antonio Mairena.