Manuel Cástulo, es un cantaor de Mairena del Alcor que posee una voz jonda dirigida a selectas minorías, que se utilizó sobre todo, en la segunda mitad del siglo XX. Una forma de manifestar el sentimiento que se resiste a sucumbir ante las nuevas formas sonoras.
“El Corazón por la Boca” es un noble trabajo discográfico que se grabó en 2014, pero no ha perdido ni el interés, ni la intensidad que el cantaor le imprimió en el estudio de grabación. La pureza y el sentimiento se perciben nada más escuchar los primeros sonidos de la guitarra manejada habilidosamente por el Niño Elías, que en comunión con el compás de Abel Harana y la percusión de Roberto Jaén lo hacen más interesante, si cabe.
Todos los matices los he analizado para llegar a la conclusión de que estamos ante registros que los buenos aficionados, sobre todo de los que ya estamos entrados en años y tenemos guardados en nuestra memoria los distintos caminos marcados por maestros imperecederos.
“Lenguas falsas” es la apertura para entrar en la liviana y la toná liviana que se remata con la cabal de Los Puertos y que le sigue la seguirya, que todo hay que decirlo, en mi opinión, queda deslucida en un tercio corto y sin apenas desarrollo. No es la primera vez que lo escucho en otros trabajos, por supuesto también desafortunados.
Manuel Cástulo, mairenero a más no poder, desarrolla la soleá apolá en toda su dimensión, aportando su propia personalidad dentro de una doctrina con un soniquete que se pierde en el tiempo, pero que afortunadamente todavía podemos percibir la grandeza del cantaor.
Trianero en todo el sentido de la palabra “Navego con la memoria” constituye un referente de este importante palo del que hay extraordinarios documentos en las antologías.
“Sabor a La Habana” resulta brillante por varias razones, entre ellas está, el toque del Niño Elías que le da brillo y esplendor al garrotín, estilo poco divulgado en los últimos tiempos, pero que s necesario seguir dando a conocer.
Con unas letras en clave filosófica, lo enlaza muy bien con los tangos del Piyayo a la manera de como nos lo dejó Cascabel de Mairena, con los matices especiales de Luis de Córdoba, aunque las influencias más acusadas son la de José Menese.
“El alma de mudanzas” resulta ser una malagueña de la Trini, en la que el cantaor sabe enseñorearse con sus curvas melódicas perfectamente equilibradas que completa con la bandola de Juan Breva al ritmo de estos aires malagueños.
“Me duelen las manos” son unas seguiriyas sobre la base doctrinal de don Antonio en unos tercios eclécticos de Manuel Molina y el pellizco peculiar de El Planeta.
“Parada en la Puebla” es el pretexto sonoro para unos tientos bien desarrollados tercio a tercio, que van ganado en calidad hasta completarse con el tercio final por tangos, que por la manera de sonar, puede ser un homenaje a José Menese.
“Amargo” escoge con su apertura el romance tradicional que nos dejó el gran maestro de los alcores. Le reconocemos a Cástulo que haya sabido exponer la alboreá que nos recuerda la grandeza jonda del maestro Fosforito con sus ecos tan peculiares.
Ponemos punto y seguido, puesto que esperamos más de este cantaor profundo que con “Gigante de ojos verdes”. Por tonás ha querido dejarnos los duendes ocultos que subyacen con los acentos de Jerez y Triana acordándose de Miguel Vargas. En resumen, cantes de su comarca natal de los alcores donde afloran las raíces más genuinas que han sabido enriquecer grandes artistas. Maneul Cástulo está por la labor de continuar seguir con eta tradición del terruño.
“El Corazón por la Boca” es un noble trabajo discográfico que se grabó en 2014, pero no ha perdido ni el interés, ni la intensidad que el cantaor le imprimió en el estudio de grabación. La pureza y el sentimiento se perciben nada más escuchar los primeros sonidos de la guitarra manejada habilidosamente por el Niño Elías, que en comunión con el compás de Abel Harana y la percusión de Roberto Jaén lo hacen más interesante, si cabe.
Todos los matices los he analizado para llegar a la conclusión de que estamos ante registros que los buenos aficionados, sobre todo de los que ya estamos entrados en años y tenemos guardados en nuestra memoria los distintos caminos marcados por maestros imperecederos.
“Lenguas falsas” es la apertura para entrar en la liviana y la toná liviana que se remata con la cabal de Los Puertos y que le sigue la seguirya, que todo hay que decirlo, en mi opinión, queda deslucida en un tercio corto y sin apenas desarrollo. No es la primera vez que lo escucho en otros trabajos, por supuesto también desafortunados.
Manuel Cástulo, mairenero a más no poder, desarrolla la soleá apolá en toda su dimensión, aportando su propia personalidad dentro de una doctrina con un soniquete que se pierde en el tiempo, pero que afortunadamente todavía podemos percibir la grandeza del cantaor.
Trianero en todo el sentido de la palabra “Navego con la memoria” constituye un referente de este importante palo del que hay extraordinarios documentos en las antologías.
“Sabor a La Habana” resulta brillante por varias razones, entre ellas está, el toque del Niño Elías que le da brillo y esplendor al garrotín, estilo poco divulgado en los últimos tiempos, pero que s necesario seguir dando a conocer.
Con unas letras en clave filosófica, lo enlaza muy bien con los tangos del Piyayo a la manera de como nos lo dejó Cascabel de Mairena, con los matices especiales de Luis de Córdoba, aunque las influencias más acusadas son la de José Menese.
“El alma de mudanzas” resulta ser una malagueña de la Trini, en la que el cantaor sabe enseñorearse con sus curvas melódicas perfectamente equilibradas que completa con la bandola de Juan Breva al ritmo de estos aires malagueños.
“Me duelen las manos” son unas seguiriyas sobre la base doctrinal de don Antonio en unos tercios eclécticos de Manuel Molina y el pellizco peculiar de El Planeta.
“Parada en la Puebla” es el pretexto sonoro para unos tientos bien desarrollados tercio a tercio, que van ganado en calidad hasta completarse con el tercio final por tangos, que por la manera de sonar, puede ser un homenaje a José Menese.
“Amargo” escoge con su apertura el romance tradicional que nos dejó el gran maestro de los alcores. Le reconocemos a Cástulo que haya sabido exponer la alboreá que nos recuerda la grandeza jonda del maestro Fosforito con sus ecos tan peculiares.
Ponemos punto y seguido, puesto que esperamos más de este cantaor profundo que con “Gigante de ojos verdes”. Por tonás ha querido dejarnos los duendes ocultos que subyacen con los acentos de Jerez y Triana acordándose de Miguel Vargas. En resumen, cantes de su comarca natal de los alcores donde afloran las raíces más genuinas que han sabido enriquecer grandes artistas. Maneul Cástulo está por la labor de continuar seguir con eta tradición del terruño.