Desde mi alma


Discos Flamencos
Rafael Andújar
Pak. 2006
Carlos Ledermann


Tenemos que confesar que no conocíamos a Rafael Andújar, como no conocemos a tantos otros, pero nos alegra reseñar este disco que viene a poblar el cada vez más amplio panorama de grabaciones de guitarra flamenca. Por la guitarra, todo. Y ese parece ser también el lema de este guitarrista castellano, que la hace sonar estupendamente y nos muestra su trabajo con personalidad y con vigor.

“Mis Pequeñas Estrellas” es el título de la rumba que abre este disco. Dotada de una instrumentación interesante, esta rumba está concebida desde un aire caribeño muy sensual y rítmico, incluso muy bailable. La región de la guitarra que Rafael Andujar privilegia en el tema para todo lo que sea melodía es más bien corta, falencia que suple con una muestra de virtuosismo que la hace entretenida. Como tema de entrada, es eficaz a la hora de anunciar algo de su línea estética.

Le sigue la soleá “Poema de las Dos Rosas” dedicada a sus hijas. Con una introducción bastante libre, que ocupa casi la mitad del tema, destaca aquí la belleza del sonido de Andújar. El tempo es muy lento, aunque apura el paso de pronto. Aparece el respaldo rítmico de las palmas sordas y el cante de “Merenguito” viene a poner la guinda a una torta sabrosa y de buena factura. Luego retoma el tempo lento, con la guitarra doblada, para cerrar con aire meditativo y profundo.

Un zapateado que lleva por título “A Dos Guitarras” llega en el tercer corte. De gran movilidad y una redacción musical bien pensada en que abundan los intervalos de tercera, tiene momentos muy logrados en materia de contrapunto, en el que inevitablemente reconocemos ciertas acentuaciones que identificamos con un guitarrista de Algeciras muy famoso. Las guitarras dialogan, se persiguen una a otra, se responden, se entrelazan con acierto, consiguiendo un aire festero, llamativo y rico en alternativas sonoras.

Por alegrías nos llega “Delicada”, tema dedicado al guitarrista Paco Izquierdo. De corte tranquilo, pastueñas, estas alegrías nos dejan en la boca el mismo sabor de aquellas del guitarrista de Algeciras que mencionamos en el tema anterior: “Recuerdo a Patiño” y “Barrio La Viña”. Es evidente que Rafael Andujar es un consumado admirador del de Algeciras y claro, quién no lo es, pero aquí eso se plasma de un modo imposible de negar. En sí mismo, el tema es bonito, con un trémolo inspirado, pero hay ciertos giros –muchos tal vez- que no hacen sino recordarnos que “eso lo hemos escuchado en otra parte”.

Nos parece muy interesante que hoy en día un guitarrista incluya verdiales en un disco y le damos por ello todo el mérito a Rafael Andujar. Estos “Verdiales del Recuerdo” muestran una célula rítmica trabajada de manera muy personal sobre la que otra guitarra desgrana ideas melódicas entretenidas. Bonito tema, que deja que la técnica sobresaliente de Andujar se muestre con nitidez. Por ahí hay alguna escala que podría haber sido reemplazada por otra cosa o simplemente no estar, porque falta real no hacía, excepto como vehículo para demostrar que se tiene una gran técnica, cosa que Rafael pareciera –si estamos en un error que nos perdone, pero a ratos es lo que parece- querer demostrar en todos y cada uno de sus temas.

La granaína “La Mora Encantada” es, definitivamente, una auténtica belleza. De carácter profundo, intenso y deliciosamente tranquilo, es de una arquitectura musical abigarrada, llena de arabescos detalles y originales inflexiones. Qué bien toca Rafael Andújar cuando se rebusca y se encuentra, cuando habla consigo mismo, pero lamentablemente no logra controlar del todo el impulso de dejar que asome su virtuosismo incluso cuando no viene al caso, con lo que, por una parte, interrumpe, rompe, resquebraja el momento y la atmósfera tan bien conseguida y, por otro, arriesga malograr temas e ideas verdaderamente estupendos. Puede que sea un asunto de madurez musical, pero es bueno revisar el asunto. Como sea, esta granaína es fantástica. Posiblemente, lo mejor del disco.

“Barrio Nuevo” es una bulería veloz, intrincada, por momentos vertiginosa, de pasajes vigorosos, festera por completo y compuesta en una estética que nos recuerda a Gerardo Núñez.

Y llega el tema que da título al disco: la seguiriya “Desde mi Alma”. Impetuosa, compuesta en Re y con sexta rebajada, es profunda y contemplativa, pero dotada de una inquietud interior más que interesante. Un trémolo que se inicia en la tercera cuerda da cuenta del color que Rafael Andújar ha querido y ha logrado plenamente imprimirle. Notable expresividad y sugerentes matices armónicos al final, hacen de esta seguiriya un tema excelente, para escuchar muchas veces.

La soleá por bulería “Mirando al Sur” aparece en el noveno lugar del listado. Lleno de alardes técnicos por todos lados, es un tema que sin lugar a dudas cautivará a los más jóvenes, siempre ansiosos de encontrar esto más que otras cosas igualmente importantes, como por ejemplo el silencio, el filo del barranco, el corte abrupto, el matiz, el fraseo puramente melódico, el contraste. Cuestión de gustos, y en eso “dicen” que no hay nada escrito.

Y para finalizar este buen trabajo, nos encontramos con algo un tanto desconcertante: “Percusión Flamenca”, el celebérrimo zapateado de Paco El Grande. No es una “versión” de Rafael Andújar, que habría sido algo realmente interesante, sino una ejecución exactamente igual a la del autor, una fotocopia. Porque vamos a ver : una versión es el producto de una manera personal de entender y sentir un tema, sumada a la capacidad de hacer con él algo parecido pero, en definitiva, otra cosa, como en su día hizo Miles Davis con “Yesterday”, por citar un ejemplo. Hace muchos años, en una conversación con El Grande, le preguntamos qué sentía cuando alguien tocaba su música y su respuesta fue que eso le daba mucha seguridad pues significaba que su música era buena, pero agregó que a él le parecía que lo realmente valioso era que alguien tomara una pieza suya y, en lugar de tocarla –o grabarla- tal y como él la grabó y la tocó, esa persona la metiera en su propia guitarra, la hiciera suya, le buscara nuevas luces, nuevos sonidos, que se la apropiara y la dijera a su manera. Nos es el caso aquí, pues Rafael hace todo exactamente como El Grande lo hizo siempre.
Y lo que resulta todavía más curioso, es que le dedique el tema precisamente a su autor, cuando tal vez habría sido más significativo homenajearle con un tema propio, porque a Andújar, creatividad no le falta en lo más mínimo.

Nos parece que la inclusión de este zapateado no era en absoluto necesaria en un disco de tan buen nivel como éste, excepto si la idea era –que mucho nos tememos que efectivamente era- demostrar que tiene una técnica de un par de…, que hay que tenerla para tocar eso, pero si de eso se trataba, ya había quedado bastante claro en los nueve temas anteriores.

Nos quedamos a esperar el próximo disco de Rafael Andújar, que cosas que decir, tiene de sobra.