Desatino


Discos Flamencos
Tino van der Sman
Trotamusic (2004)
Marcos Escánez Carrillo


El disco empieza con una guajira titulada “Guacamaya” en la que sobresale la nitidez de toque, una armonía muy bien trabajada, con buen gusto y cierto sabor caribeño. El segundo cuerpo del tema, antes del cante, es un acierto desde el punto de vista musical.

Continúa con una granaína, “C/Fabiola”, en la línea de lo que se está haciendo ahora. Sorprendente nitidez. Es sin duda música para escuchar, porque al jugar con los silencios y procurar una interesante relajación, hace posible poder procesar el espacio, la armonía y el sentido de la composición.

En las bulerías “Marsha” denota un sobrio dominio del compás y del contratiempo, sobre todo en los cierres. El resultado final es muy flamenco, aunque se aprecie falta de fuerza en algunas falsetas y de terminar con un desafortunado remate.

Aunque al principio de las Seguiriyas tiene poco que ver con el concepto tradicional del palo, la armonía de la pirueta inicial, a la que se recurre en distintos momentos del corte, resulta de exquisita sensibilidad. Lentamente va entrando en la línea seguiriyera. Quizá sea esta progresión lo más sobresaliente del tema.

El zapateado “primaveral” anima a seguir el compás, fundamentalmente porque se trata de un tema bien trabajado y sencillo, donde la música es entendible, y esto se echa de menos en muchas de las composiciones de guitarra solista.

Continúa con una visión renovada y muy reposada de la farruca. “Cambril” la titula, que con la voz de Sonia Miranda, a cuyo hijo la dedica “Niño Rafael”, consiguen impregnarla de ciertas reminiscencias sefardies. Sonia se mueve perfectamente en esta tesitura.

Desatino es una especie de interesante juego ensayístico entre el compás y la armonía, con una pincelada de Miguel Poveda y termina con una soleá. No podía faltar la estrella del toque flamenco por excelencia. Muy flamenca, reposadita y equilibrada, con buen gusto, aunque algo falto de tensión.

En líneas generales, la obra destaca por la nitidez de sonido y por estar muy trabajado armónicamente. Es un disco de guitarra que se mueve en el concepto más actualizado del flamenco que vivimos. Y esto, sin entrar en la condición de Holandés de Tino. Los románticos extranjeros del siglo XIX no podrían haber imaginado que un día, uno de los visitantes que históricamente han resultado tan beneficiosos para el fondo documental de nuestro flamenco, resultara ser un flamenco con todas las de la ley, capaz de asumir toda la filosofía musical y además, tener su propio repertorio basado en creaciones personales.

Y como dice mi amigo Rafael, que es quien me ha hecho conocer este disco: <>.

Tino es flamenco y lo ha demostrado en este disco, hasta en su extensión, recortaíto hasta en el tiempo, expresivo, diciendo lo que tiene que decir, con honestidad y sin vanos floreos.

Vale…
(No es chulería. Así se despedía en sus cartas Cicerón).