De la fragua al tablao


Poesía
Manuel Ríos Ruiz


Negro el cante como un tizo
va de la fragua al tablao.

Un gitano por Jerez,
vivo sarmiento barbado,
lo lleva por sus entrañas,
lo tiene por relicario.

Tiritando por San Telmo,
bajando Plazuela abajo,
atravesó La Joyanca
crujiendo como el esparto.
Un yunque forjó su vida
a martinete templado.

Érase el fuego un tesoro
y el martillo era un caballo.

La voz del gitano hiere
al hierro puro y vibrando.
Una reja para el cante
su quejío volteado.

Y el cernícalo de savia
que le sale de los labios,
cruza el mundo hecho copla
para dar la seña y santo
de una raza conmovida
que goza y sufre cantando.

Le llaman El Agujeta
y su cante es tan arcaico
que representa la historia
de todo un pueblo clamando.

De las mismas entretelas
del corazón y sus años,
de su hermosa tragirrabia
le brota el cante preñado
de melismas ancestrales,
de temblores y quebrantos.

Cuando canta nos levanta
nuestra sangre dando saltos
y por el aire se frisa
el eco del tiempo macho.

Le llaman El Agujeta
y su cante es tan calvario
que retuerce las túrdigas
con su infierno de milagros.

Ascua, rescoldo, carbón,
llamas del compás quemando
con su nobleza estrellada
el sentimiento y el llanto.

Del más recóndito sitio
de su dolor milenario,
El Agujeta se saca
-cruz del cante palpitado-
un cúmulo de cantares
transidos, desaforados,
con su trueno entelerido
y su son vivificado.

Negro el cante como un tizo
va de la fragua al tablao.