Corazón y bordón


Discos Flamencos
Paco Cepero
Factoría Autor (2004)
Norberto Torres Cortés


Después de un intento de lanzamiento como concertista en 1977 con Amuleto y luego orientar su carrera pasando a ser entre otros menesteres uno de los tocaores-estrellas de los festivales veraniegos, uno de los guitarristas de estudio más solicitado para grabar, y sobre todo consagrarse con la composición y producción en géneros derivados de lo “jondo” (la música ligera del flamenco de los años setenta tiene inconfundiblemente el márchamo ceperiano), a sus sesenta años ya cumplidos Paco Cepero parece querer regresar a su primera vocación y dedicarse plenamente a la guitarra. Todavía cercano De pura cepa (2000) que reseñamos en esta sección, vuelve a meterse en el estudio y nos ofrece ahora Corazón y bordón.

La verdad que me resulta difícil hablar de este disco. Efectivamente, Paco Cepero sigue fiel a sí-mismo, a su versión personal del toque jerezano, con variaciones “a cuerda pelá”, bordonazos llamativos, ligados ocurrentes y todos los aditivos que se quiera para un toque de “pellizcos”, quizá muy flamenco, espectacular, pero tan pobre armonicamente, tan infantil y simplón a veces en sus melodías, que parece una versión flamenca y con soniquete del “Nouveau Flamenco”, aquella música norteamericana liderada por Ottmar Liebert, ideal como fondo musical para los supermercados. Los clichés andaluces son tan gruesos ahora en Cepero, que bien puede ser la música ideal para las ferias de productos de la región. El problema a la hora de valorar este disco es que la guitarra flamenca ha evolucionado tanto estos últimos años, se ha abierto tanto musicalmente hablando, que Paco Cepero aparece como un outsider en esta evolución.


Es como si el camino de la guitarra flamenca contemporánea y el suyo fueran diametralmente opuestos. Mientras más se elaboran los toques técnica y armonicamente y se tiende a un lenguaje universal, Cepero se refugia en el territorio de origen y da vueltas otra vez a las sempiternas raices, en este caso las suyas propias. Hay temas simplemente que no puedo escuchar sin sentir cierto rubor, como las dos rumbas o los tangos. Además de repetir casi literalmente frases de su primer disco Amuleto, no llego a entender en qué mundo vive Paco Cepero. La primera bulería que abre el disco Corazón y bordón vuelve a ser bordonazos ceperianos de siempre, adobados ahora con unos jaleos a lo Diego Carrasco o Moraíto Chico y la “Filarmónica de Jerez”. La otra bulería Despertar en Jerez resulta más interesante por ser interpretada a dos guitarras, con unos buenos arreglos donde intuimos la mano experta de Pedro Sierra, como lo son las guajiras Ron de caña, el tema más guitarrístico y mejor logrado del disco.

Las sevillanas Calle encaramá vuelven a tener las formas de los años 70 y los “tics” del toque efectista ceperiano. El título de los tanguillos lo dice todo: Mi Andalucía. Por fín dos toques solo, la soleá “Barrio San Miguel” que recuerda y plagia varias veces la soleá Castillo de Alcalá que grabó en Amuleto y la seguiriya Ermita de Santelmo, un toque inédito en su discografía, que nos devuelve los ecos y la profundidad con la cual se aborda este “palo” en Jerez, con el clásico toque por medio, cuando hoy a veces se tiende a la frivolidad por exceso de experimentalismo en este estilo, personificación por antonomasia de la tragedia.

Paco Cepero es simplemente... Paco Cepero. Y será siempre...Paco Cepero.