Víctor Jiménez, Con todas las de perder
Libros Canto y Cuento, Jerez (Cádiz), 2019
APORTACIÓN DE VÍCTOR JIMÉNEZ A LA LÍRICA DEL FLAMENCO
José Cenizo Jiménez
Todas las composiciones son soleares. Un clásico no sólo de la lírica tradicional del flamenco, donde hace de soporte estrófico y literario al cante de la soleá (que usa otras estrofas también, sobre todo la copla o cantar, de cuatro versos), sino de la llamada poesía culta o de autor, tan apegada o inspirada a lo popular en los grandes autores: los Machado, Rafael Montesinos, Manuel Alcántara, Manuel Ríos Ruiz, Caballero Bonald, Fernando Quiñones, Félix Grande, Antonio Murciano, Moreno Galván, o más recientemente Javier Salvago, José Luis Rodríguez Ojeda, Juan Peña y tantos más.
El libro reúne ciento doce soleares (inéditas cientos dos) y se divide, acertadamente, en seis partes, dedicadas a temas variados y esenciales en la poesía y en la vida: infancia, vida, amor, tiempo, muerte, poesía. En todas las secciones hallaremos ejemplos de ese “latigazo”, como dice Antonio García Barbeito en el prólogo, propio de la soleá del cante flamenco, la brevedad intensa, el chispazo emocional:
Los trenes, aquellos trenes,
siempre por aquellas vía…
Y el niño por los andenes.
Si no sabes qué es el tiempo,
ve y pregúntale a ese extraño
que te mira en el espejo.
Si todo lo cura el tiempo,
qué hago yo con esta pena
con los años que ya tengo.
El poeta no es un entendido del cante, como José L. Rodríguez Ojeda, amigo y responsable de la selección; por tanto, no pretende necesariamente que sus soleares vayan destinadas al cante, sino para que se lean como cualquier otro poema de corte popular o no. Sin embargo, muchas de ellas serán cantadas, como ya fueron algunas en la presentación exitosa en el Ateneo de Sevilla en octubre de 2019, a cargo de Edu Hidalgo con la guitarra de Eduardo Rebollar, porque están a la altura de las mejores de la tradición del flamenco: “Por aquella Calle Ancha, / hay quien sigue viendo al niño / caminito de su casa” o las dos últimas que citamos anteriormente son demostración de lo que comentamos.
Víctor Jiménez ha logrado, una vez más, un gran libro de poesía, de variedad temática (para compensar la monotonía métrica), intensidad y emoción en cada verso (tercio si se canta), bien estructurado… Le falta, por así decirlo, algo que siempre se agradece y que está presente en la lírica del flamenco y en la poesía en general, el humor, la ironía. Ya lo confiesa el autor, por soleá:
Alguna gente me dice
que cómo, siendo yo alegre,
escribo versos tan tristes.
Pero… Hay excepciones, como éstas:
Amaba tanto los libros
que, lo mismo que a una amante,
al final les puso un piso.
Lo tuyo no tiene arreglo.
La vida se va con otros
y tú escribiéndole versos…
Nos despedimos con algunas más de las más acordes con la orientación de esta revista, jondoweb, más flamencas, por así decirlo:
No me da ni una alegría
esta pena que yo tengo.
pero me da compañía.
Las vueltas que da la muerte.
Ayer pasaba de largo
y hoy ya quiere conocerme.
Dejamos de darle cuerda,
pero no se para nunca
el amor que se recuerda.