Cambio de Tercio


Discos Flamencos
Pitingo
Universal, 2014
Marcos Escánez Carrillo


Yo no soy de Pitingo. En su trayectoria no he encontrado nunca nada que me emocione. Si que reconozco que es personal y su apuesta ha sido la de crear una nueva forma de decir las cosas mezclando el flamenco con el Soul y el Gospel. Eso ya dice mucho de un artista, que no se limita a la imitación de sus mayores. Pero insisto, yo no soy de Pitingo, porque además, siempre he vislumbrado en sus declaraciones una delirante falta de humildad.


Y en cambio, con este "Cambio de Tercio", si que se ha ganado mi respeto, porque ha demostrado que su base no es una postura. Aquí canta flamenco y se arrima al querer con valentía y con seriedad. Y eso también es mucho...

Se nota que ha contado con el apoyo y los recursos del sello discográfico Universal, que todo lo puede.... y cuyo resultado siempre es de calidad...; que no renuncia a la exuberante venta de discos a la que está acostumbrado y que su lenguaje natural no es el flamenco austero, pero es un disco importante que abre el camino a otro Pitingo.

Cuenta con colaboraciones de lujo que aportan el glamur necesario para revestir el proyecto de entidad y de importancia mediática: Arcángel, los hijos de Morente al completo, Carmen Linares, Miguel Poveda, Merche, Dorantes, Farah Siraj y Sara Baras. Lo cierto es que en líneas generales aportan muy poco al resultado final porque en todo momento es Pitingo quien destaca con los giros y quiebros melódicos a los que nos tiene acostumbrados.

En lo instrumental es otra historia. Cómo antes decía: ¡Menudo alarde de la Universal!. Ya no se hacen discos así... con orquesta, chirigotas, coros, violin, viola, flauta, piano y un largo etcétera. Las guitarras van a cargo de Alfredo Lagos en cortes, y en uno cada uno Jesuli del Puerto, Juan Carmona, Rafael Riqueni y el mismo Pitingo.

Merece la pena resaltar la colombiana con la participación de Arcángel y Estrella Morente, que incluye coros muy de soul, y las voces de los tres se acoplan con perfecta armonía. Este cante es de Enrique Morente, pero no sólo está presente aquí. La estela de Enrique está presente en casi todo el trabajo. Por algo está producido por el maestro José Manuel Gamboa.

En los fandangos de Marchena, Pitingo apuesta por una voz íntima, que casi susurra, en un extraño intento de homenajear a su creador, pero resulta "suavón" y falto de tensión. Con el Tanguillo de Cádiz en el que colabora Merche acierta al incorporarlo en su repertorio, pero con el planteamiento musical que hace le falta la flamencura de Cádiz y se acerca más a la cumbia cubana que a la esencia gaditana.

En la caña y en la seguiriya nos enseña al mejor Pitingo, poseedor de una garganta ágil y afinada, con un vibrato natural muy interesante y sobre todo, con gusto refinado para el cante. Se sigue acercando a Marchena, pero a través del maestro Morente.

Con Poveda interpreta "Pordiosero", una copla de Pepe Pinto que no consiguen hacer despegar. Con Soleá y José Enrique Morente hace "De alguna manera tendré que olvidarte" de Aute. Una versión bonita de una preciosa canción de amor con un resultado preciosista y bien elaborado, pues vuelve a conseguir una preciosa conjunción de voces.

El corte por soleá y bambera que interpreta con Carmen Linares es lo más moderno y flamenco del disco. Curiosamente es la más veterana quien aporta la frescura de crear cosas nuevas sin tener que recurrir a versionar lo que han hecho otros.

Tras el momento Gospel que viene con el Himno de la Alegria, Pitingo interpreta unos tangos fiesteros que dan paso a la colaboración con Farah Siraj, a un corte por bulerias en el que homenajea a Moraito en el que vuelve a presentar al Pitingo más flamenco y más profundo.

Y termina con una canción dedicada a su hijo, una canción pop que me hace reflexionar sobre la multiculturalidad a la que pertenecen los jóvenes artistas que no se rigen exclusivamente por las claves flamencas, como es el caso de Pitingo. Si tenemos en cuenta que estamos en la era de la imagen y de los contenidos ilimitados en internet, en el fondo, el caso de Pitingo debiera estar mucho más extendido, y si no es así, es porque todavía tienen demasiado peso los defensores del concepto de la pureza. Así que alabo la ausencia de prejuicios de este artista porque una y otra alternativas deben ser una opción.

El balance no puede ser más positivo. Pitingo, por ejemplo, en los cantes de más profundidad, aquí demuestra que es un pedazo de artista.