El sello “Universal” ha querido celebrar el décimo aniversario del fichaje de “Tomatito” sacando un doble CD donde aparecen algunos de los grandes éxitos del guitarrista de “La Chanca”, incluyéndose además novedades con forma de música en directo.
Estamos hablando de toques que se incluían en “Paseo de los Castaños”, “Aguadulce” y en los dos discos que realizó Tomate junto al pianista caribeño Michel Camilo.
Es por tanto material de mucha calidad, premiado en algunos casos, que viene a poner de actualidad a un guitarrista que, a no mucho tardar, sacará nuevas propuestas de su chistera gitana.
El primer CD contiene doce cortes que, veamos, son puro compás: nada menos que cinco bulerías, tres tangos, una rumba, una soleá por bulerías, una soleá y un brevísimo bolero.
Esto, que en otro guitarrista parecería un abuso hacia lo comercial, en “Tomatito” lo es menos dada la calidad, inmensa, de cabecera, de su soniquete en estos terrenos. Hay variedad en los mismos y muchísima conjunción de complejidad y técnica. De dedos, buen gusto e intuición.
Abre el álbum unas bulerías “tuneadas” de Camarón. “Soy Fragüero” (El pozo del “revival” Camarón parece no tener fondo).
Como decimos, nos encontramos en todo el CD al “Tomatito” de la última onda, la que incluye su período dorado (2000-2003). Aquel que trajo la bella voz de su hija Mari Ángeles bajo el brazo y alguna obra maestra, siempre a compás: “Paseo de los Castaños” por bulerías, “A Miles” en la soleá por bulerías o “Alquimia”, por soleá.
Tener en este álbum las referencias de las intervenciones de Potito, El Zambo, Fernando de la Morena, Guadiana o Diego El Cigala, además del mentado Camarón, serán sin duda motivo añadido de gancho.
Toques donde la personalidad de este guitarrista destaca sobre todo en las introducciones de sus temas. Tomatito no es un músico que necesite mucho proceso de calentamiento de percusiones, palmas o voces para destilar falsetas o motivos cumbres. Él siempre empieza fuerte. Por eso sus toques, cuando son buenos, lo son de principio a fin y en sí mismos. Eso, y que por bulerías es el absoluto genio de su generación.
El segundo CD se divide en dos partes. Una primera con otros dos temas con Camarón de la grabación parisina del 87 y otros cuatro cortes a dúo Michel Camilo. Estos últimos, más que nada, a modo de recuerdo de sus etapas, más que fructíferas, con el jazz o el tango. Quizá se podría haber incluido alguno más porque el trabajo con Camilo hizo sudar “tinta” al almeriense. Y nosotros que lo vimos.
Pero sin duda lo más destacable de esta antología viene en los cuatro últimos temas de este segundo álbum. El directo desde Aguadulce (Almería), reivindica la mejor cara de un guitarrista que, en directo, aunque él a veces no quiera, tiene aún mucho que decir.
En primer lugar por su calidad como músico y en segundo por las condiciones de un grupo con el que se siente especialmente a gusto, por lo compensado de sus integrantes y sus comunes objetivos en pro de una determinada visión del flamenco. Quiero destacar dentro del elenco a un Diego Amador que, por las circunstancias que sean, quizá no hemos disfrutado ni valorado como cabría esperar en un genio con mayúsculas, como él.
Directo de increíbles momentos que, sin duda, vuelven a recordarnos que el rojo pasión lleva el tono del mejor tomate de la huerta de Almería.
Estamos hablando de toques que se incluían en “Paseo de los Castaños”, “Aguadulce” y en los dos discos que realizó Tomate junto al pianista caribeño Michel Camilo.
Es por tanto material de mucha calidad, premiado en algunos casos, que viene a poner de actualidad a un guitarrista que, a no mucho tardar, sacará nuevas propuestas de su chistera gitana.
El primer CD contiene doce cortes que, veamos, son puro compás: nada menos que cinco bulerías, tres tangos, una rumba, una soleá por bulerías, una soleá y un brevísimo bolero.
Esto, que en otro guitarrista parecería un abuso hacia lo comercial, en “Tomatito” lo es menos dada la calidad, inmensa, de cabecera, de su soniquete en estos terrenos. Hay variedad en los mismos y muchísima conjunción de complejidad y técnica. De dedos, buen gusto e intuición.
Abre el álbum unas bulerías “tuneadas” de Camarón. “Soy Fragüero” (El pozo del “revival” Camarón parece no tener fondo).
Como decimos, nos encontramos en todo el CD al “Tomatito” de la última onda, la que incluye su período dorado (2000-2003). Aquel que trajo la bella voz de su hija Mari Ángeles bajo el brazo y alguna obra maestra, siempre a compás: “Paseo de los Castaños” por bulerías, “A Miles” en la soleá por bulerías o “Alquimia”, por soleá.
Tener en este álbum las referencias de las intervenciones de Potito, El Zambo, Fernando de la Morena, Guadiana o Diego El Cigala, además del mentado Camarón, serán sin duda motivo añadido de gancho.
Toques donde la personalidad de este guitarrista destaca sobre todo en las introducciones de sus temas. Tomatito no es un músico que necesite mucho proceso de calentamiento de percusiones, palmas o voces para destilar falsetas o motivos cumbres. Él siempre empieza fuerte. Por eso sus toques, cuando son buenos, lo son de principio a fin y en sí mismos. Eso, y que por bulerías es el absoluto genio de su generación.
El segundo CD se divide en dos partes. Una primera con otros dos temas con Camarón de la grabación parisina del 87 y otros cuatro cortes a dúo Michel Camilo. Estos últimos, más que nada, a modo de recuerdo de sus etapas, más que fructíferas, con el jazz o el tango. Quizá se podría haber incluido alguno más porque el trabajo con Camilo hizo sudar “tinta” al almeriense. Y nosotros que lo vimos.
Pero sin duda lo más destacable de esta antología viene en los cuatro últimos temas de este segundo álbum. El directo desde Aguadulce (Almería), reivindica la mejor cara de un guitarrista que, en directo, aunque él a veces no quiera, tiene aún mucho que decir.
En primer lugar por su calidad como músico y en segundo por las condiciones de un grupo con el que se siente especialmente a gusto, por lo compensado de sus integrantes y sus comunes objetivos en pro de una determinada visión del flamenco. Quiero destacar dentro del elenco a un Diego Amador que, por las circunstancias que sean, quizá no hemos disfrutado ni valorado como cabría esperar en un genio con mayúsculas, como él.
Directo de increíbles momentos que, sin duda, vuelven a recordarnos que el rojo pasión lleva el tono del mejor tomate de la huerta de Almería.