Angel Vega, la botica flamenca


Reportaje
Jorge Sánchez


Angel Vega, la botica flamenca



  • Angel Vega
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La historia de la vida de Ángel es para grabar una película. O varias. Las idas y venidas del país, sus amoríos, juergas, dinero, profesión, familia,, todo es para tranquilamente sentarse y leer. Lo contaré para que un "Almodóvar" se haga con el guión. Una breve historia de de su ajetreada vida, para llegar a encontrar también el mundo flamenco.

Delante de una mesa del bar "Alces" en pleno barrio de Atocha (Madrid) donde reside, estoy con Ángel y su botella de oxígeno y el que escribe, con una tónica. De momento poco ambiente flamenco.

Vida dura y vivida al máximo


Ángel Vega, nace en Madrid en 1932. Sus padres, Ángel y Rosa, se trasladan en la guerra civil a Linares, Manzanares y Valdepeñas (C. Real), dejando a sus hijos al cargo de la tía María, en Rasines (Santander). El padre, maestro carnicero al servicio de la República, cuando finaliza la guerra, es detenido durante un año. Luego pondría puesto de carnes en el popular Mercado de Santa Isabel y posteriormente en diferentes lugares de la capital. Su madre asiste en las casas acaudaladas.

Mientras Ángel había iniciado sus estudios en Manzanares, con el maestro "Tronchapilas" y con más acierto en Rasines, con don Mariano Lora. Regresa a Madrid en 1944 y estudia en las Escuelas Aguirre, donde es expulsado y en el colegio Santiago Apóstol donde empieza el Bachiller, aunque también con problemas. Por las tardes, estudia en diversas Academias pero ya trabaja en las carnicerías de su padre.

Con 20 años ingresa en la "mili" y tiene un accidente grave. En unas maniobras, la munición obsoleta explota. Varios compañeros mueren y él sale muy grave, con las piernas rotas. Con el dinero que le dan mensualmente y sus padres que le cuidan y miman, su vida pasa a ser el de un "dandy", de día y de noche. Su vida sentimental es trasgresora. Surge la bohemia y la "buena vida". Mientras, abre por su cuenta 2 carnicerías en Madrid, pero también en Bilbao, Granada y Córdoba. Tiene 22 años.

Una vida tan convulsa y fuera de las normas de la época le llevan a dejar el país y viajar a Brasil, donde se queda 7 años. Conoce a dos sevillanos, compañeros de piso, que le introducen en los cantes flamencos y copleros. A fuerza de oír discos, se le va metiendo en la sangre el "duende". Abandona el oficio, en un país que es mal visto y se introduce en las ventas de medicamento en diferentes laboratorios. En Bayern llega a ser adjunto a la Dirección de Ventas.

Con 34 años vuelve a Madrid. Tiene dinero y un buen bagaje profesional. Trabaja en varios laboratorios, su carrera comercial es positiva y económicamente buena. Un trabajo constante para una vida acomodada.

Medicinas y Tablaos
Durante 8 años vive la noche flamenca madrileña. Los diferentes tablaos y locales flamencos, se rifaban su asistencia. Sus medicamentos en tiempos muy difíciles era la "joya de la corona". Importante, muy importante la entrada de Ángel Vega en el Flamenco. Era la "salvación" de mucha gente que vivía la noche. El artista se jugaba todas las noches el sustento de la familia y había que estar siempre en disposición de actuar. Y ahí estaba Ángel Vega.

Muy valorado e invitado a todos los saraos. "Los Canasteros" era su sitio habitual, con el amo Manolo Caracol,... Asiduo a "Torres Bermejas", con Juan Villar, Camarón, ... Zambra, con Pepe "el Culata", Rafael Romero "el Gallina", Pepe Palanca, ... Los Cabales .... A todos los artistas conoce y pasa noches eternas.

A Enrique Morente, trabajador albañil, le conoce en el Café "Bilbao", con el que tendrá una especial amistad.

Y llegó la tranquilidad
Se casa en 1976 con Antonia, su salvación, y tienen un hijo, Rubén con dos nietos.

Recorre toda América del Sur y parte de África, Camerún, Guinea (3 años), donde coge varias enfermedades. En 1989 tiene una lesión de corazón, que marcará su vida. Con 58 años se jubila forzosamente y con 63 pasa a la lista de trasplantes. En 1996, el Dr. Pulpón, del Hospital Puerta de Hierro, le cambia el corazón.

En los siguientes años, su vida "ajetreada" junto con la medicación, le producen cardiopatías frecuentes. No se resiente del hígado pero sí del corazón. Ahora pasa por momentos difíciles y necesita mayores cuidados.

Amigos y opiniones flamencas
Su mejor amigo flamenco ha sido Manuel Soto "Sordera". "Disfrutamos mucho juntos, éramos muy amigos".

Conoce a Fernando "Terrremoto", "el mejor quejío del flamenco", en "Los Pescaitos" de Jerez. Allí contactó con muchos artistas.

Anécdotas muchas, interminables. Recuerda que Rafael Heredia "El Boina" estaba "tieso" y sin trabajo. Ángel le paga para que le enseñe a tocar palmas. Cuando Rafael se coloca en el "Café de Chinitas", le devuelve a Ángel, las 300 pesetas cobradas "pues tú no aprendes na".

Manuel Soto le recomienda que oiga a su sobrino en Jerez, José Mercé, de buen oído y formidable voz. El trío de "grandes" que pudo ser, Camarón, Morente y Mercé.

La mejor cantaora la tiene en la "Paquera de Jerez", que la veía en "Los Canasteros". La esencia flamenca la tenía la "Niña de los Peines".

El arte al baile de Antonio y el gusto de Gades. Farruqito, el mejor entre los jóvenes. Mario Maya, Toni "El Pelao, "El Güito" y "La Uchi", los recuerda con cariño.

Perico el del Lunar y Sabicas. Paco de Lucía, el amo y señor de la técnica y trabajador incansable.

Manolo Caracol, mejor en su copla y zambra. Geniales sus fandangos caracoleros.

Carmen Linares, "trabajadora del cante" la regaló un tarrito de miel y una flor. Ahora le gusta Miguel Poveda.

Camarón es el compás, oído, musicalidad y una garganta prodigiosa.

Y siempre Morente. La ciencia, la experiencia, la originalidad, la ortodoxia, la valentía. Resumen y creación del cante flamenco. "Siempre conmigo".

Se acuerda de sus amigos, los "Gomaespuma". Conoce a Juan Luis en "La Solea". Les adora y compartió el famoso y delirante festival del Flamenco P´Tos. Su figura y su charla, en el patio del Colegio de Médicos, eran parte del Festival.

Y da las gracias a su amigo Joaquín Sanjuán, alma Mater de "Amor de Dios" y padre del flamenco madrileño.

Y un poquito más
Ángel no para de narrar historias. Quiere leerme una carta a su mujer, lo cual cortésmente me niego, pues se lo dejo a los "Amenábar". Habla y se cansa. Sus tubos, su máquina, su cuerpo, todo se resiente. Tiene un día negativo, pero su figura, su recuerdo, su amistad quedan aquí.

Muchos artistas y gente de la farándula, le recordarán y agradecerán su vida y ayuda.

He querido rendir un homenaje a una vida y a un saber estar en los ambientes flamencos. Noches con arte, noches con Ángel. Olé.