Alameda de Hércules


Libros
Manuel Cerrejón
Ediciones Marita, 2008
Marcos Escánez Carrillo


Encontrar un trabajo cómo el que nos ocupa resulta ser una bocanada de aire fresco. Alameda de Hércules es un proyecto que pretende configurarse cómo un documento histórico, pero es original y, además de riguroso, es interesante y emocionante en momentos.

¿Cuántos proyectos encontramos que en su formato de presentación incluyan un DVD, un CD y un libro? Contestaré yo: No recuerdo ninguno, la verdad. Esto ya nos obliga a dirigir la mirada hacia este trabajo con expectación.

Si a esto le añadimos que se incorporan documento sonoros con los verdaderos protagonistas, donde se recogen los “dimes y diretes” de la época. Celos, rarezas, motes y extravagancias de algunos de los artistas más impactantes de principios del siglo XX.

El disco no tiene desperdicio. Además de los testimonios de Paco Gutiérrez, Enrique Orozco, Niño de Orellana, Luis Maravilla o Juan Valderrama, entre otros, encontramos grabaciones muy poco difundidas, como por ejemplo una grabación privada de 1962 donde Niña de los Peines y Pepe Pinto cantan por bulerías a la limón.

El DVD es un recorrido por la Alameda de Hércules de la mano de Manuel Cerrejón, parando en cada una de las tabernas y lugares de encuentro. Una revisión entretenida y relajada de los vestigios que, lamentablemente irán desapareciendo de una época dorada de esta catedral del arte flamenco.

No obstante, pese a una clara falta de recursos, no quiero obviar la desafortunada aparición de Pies de Plomo cantando por bulerías con un guitarrista de saldo, en el que se desluce la categoría artística de este sabio del cante por una clara incompetencia del guitarrista, que no sabe darle tonos ni aire. Es muy probable que hubiera bastado repetir la toma para evitarlo.

El libro resulta ser otro documento gráfico por la ingente cantidad de fotografías de la época, además de relaciones con algunos datos biográficos a todos los artistas relacionados con el trabajo, es decir, que en algún momento tuvieron relación con la mítica Alameda de Hércules.

Es curioso cómo testimonios como el de Calixto Aries pueden darnos una idea, aunque sólo sea superficial, de lo que sucedía en aquella época. La naturalidad y la sencillez son los parámetros que mecen la estructura de este trabajo imprescindible para cualquier aficionado que guste del buen cante y e un poquito de conocimiento.

Datos tan interesantes como el saber que el hermano de Manuel Torre fue cantaor del gusto de muchos degustadores del buen flamenco, siempre resulta una revelación. Un trabajo que se mueve entre el rigor informativo y la nostalgia. Cerrejón siempre es una garantía.