Niño Ricardo


Libros
E. Rioja y N. Torres
Signatura ediciones (2006)
Pablo San Nicasio Ramos


Vida y obra de Niño Ricardo



Con motivo del centenario del nacimiento del protagonista, aniversario ocurrido durante el año 2004, la editorial Signatura lanzó una de esas biografías imprescindibles en la biblioteca de todo aficionado a la guitarra.

Se trata del libro “Niño Ricardo. Vida y obra de Manuel Serrapí Sánchez”. Obra de los prestigiosos (y quizá hoy día los mayores expertos en materia de sonanta) Eusebio Rioja y Norberto Torres.

Libro no excesivamente denso en lo físico, sí estamos ante un vanguardista tratado musicológico que pone a la misma altura la obra de “Niño Ricardo” que las de otros grandes guitarristas de la historia. Me vienen a la mente, por ejemplo, las biografías y estudios sobre Dionisio Aguado, Francisco Tárrega o Andrés Segovia.

Porque sí, se ha escrito mucho sobre Paco de Lucía, Manolo Sanlúcar o Ramón Montoya, por citar algunos, pero todavía sin argumentos de nivel sobre su estética y su obra. Por lo menos no publicados. Escritos sin análisis científico que equiparen sus obras a las de otros grandes creadores para guitarra, algo que ellos también son. Hecho que ahora sí sucede, y muy justamente, con el personaje que nos ocupa.

Dividido en dos grandes secciones, la primera a cargo de Rioja y la segunda realizada por Norberto Torres, el libro pretende hacer justicia con quien es una de las dos o tres fuentes principales de las generaciones que acaparan la guitarra flamenca actual.

En primer lugar se aborda la figura de Manuel Serrapí en su contexto histórico y teniendo siempre presente todos y cada uno de los maestros que le influyeron en vida. Es esta pues una oportunidad para conocer de primera mano aspectos de las guitarras geniales de gente como Luis Molina, Manolo de Huelva o sobre todo Ramón Montoya, de quien se hace un relato biográfico de nada menos que cincuenta páginas.

Por otro lado, se abordan las fructíferas relaciones profesionales de Ricardo con artistas de la talla de Juan Valderrama, Pastora Pavón o Antonio Molina, principales defensores del arte del sevillano en diferentes etapas.

También interesantes resultan los capítulos que desvelan las autorías de temas tan legendarios como “El Lerele” o “El Emigrante”, en los que Manuel Serrapí resultó clave y a la vez desconocido autor.

Ya como segunda parte es Norberto Torres quien se ocupa de los detalles más técnicos y musicológicos. Levemente tratados por Rioja, Norberto trabaja, sondea, partitura y discografía en ristre, compara y tantea los vericuetos, palo a palo, del estilo de tocar de “Niño Ricardo”.
Ya sea como acompañante o como concertista, se nos desvelan toques característicos y “dejes” que, lejos de ser olvidados, se plagian sin rubor por los grandes virtuosos de hoy. Y nosotros sin saberlo.

Partiendo de una explicación sobre la evolutiva de la guitarra, quedan claros conceptos como el Ricardismo y queda fijada la verdadera importancia artística y humana (se desvivió por el reconocimiento del guitarrista como creador musical) de este hombre.

Todo objetivamente, pues la opinión aquí brilla por su ausencia. Se trata de aportar y explicar sobre hechos musicales registrados, no sobre hipótesis ni metafísicas.

Pongo como única pega la ausencia casi total de narraciones sobre vivencias, anécdotas y peculiaridades guitarrísticas o vitales de “Niño Ricardo”. Algo que los guitarristas aficionados y prácticos echarán en falta.

Es una carencia que, debidamente explicada en la introducción, no llega a empañar el trabajo final, pero que hace que este libro necesite complemento para conocer al cien por cien la personalidad y circunstancias vitales de un eslabón imprescindible en la Historia de la Guitarra.

Enhorabuena a los autores porque el flamenco así explicado adquiere verdadera categoría.