LÁMPARAS EN LA MINA VOL. 1


Dvd's
V.V.A.A.
Festival de La Unión (2009)
Paco Vargas


Cante: Rocío Márquez, Antonio Campos, Leo Triviño, José Anillo. Baile: Alfonso Losa. Guitarras: Guillermo Guillén, Paco Cruz. Palmas: Antonio Arrebola, David Morán, Vanesa Coloma. Edita: Excmo. Ayuntamiento de La Unión. Festival Internacional del Cante de las Minas.

Bajo este título se nos presenta la primera entrega, en formato DVD, de esta nueva colección que –suponemos, pues se nada avisa acerca del cambio- viene a sustituir a la anterior, en formato CD, que se editaba bajo el sello RTVE Música. La diferencia, además de incorporar la imagen, estriba en que la grabación se realizó en directo (16 de enero de 2009) en la Mina Agrupa Vicenta, escenario que la organización del Festival Internacional del Cante de las Minas está incorporando como espacio escénico, en un afán de llevar el flamenco a un entorno natural que pretende identificar la mina con el cante.

Si el continente deja mucho que desear en su realización técnica y la falta de recursos estéticos, por cuanto parece que estuviera hecho por aficionados, el contenido no depara sorpresas pues deja a las claras lo que ya sabíamos desde el día que los protagonistas obtuvieron sus premios “Lámpara Minera” y “Desplante” respectivamente en la edición de 2008: que Rocío Márquez está en los inicios de su carrera y que Alfonso Losa es un bailaor más de los tantos que pueblan los escenarios en la actualidad. Pero, vayamos por partes:

La cantaora de Huelva aparece acompañada por Guillermo Guillén, su guitarrista habitual, y las palmas de Antonio Arrebola y David Morán, en una actuación fría –quizá por lo gélido de la fecha- en la que comienza por el fandango minero y la minera, cantes que apenas si hilvana dado su evidente desconocimiento de los mismos por lo que resultan forzados y desafinados en determinados momentos. No mejora la cosa cuando entra a ejecutar la taranta, pues su falta de valentía la convierte en un cante anodino y escaso de emoción. La “Bándola (sic) del Breva” (un fandango abandolao de los conocidos como “cantes de Juan Breva”) y los fandangos de Granada (un fandango del Albaicín, de los que dicen que cantaba Frasquito Yerbabuena) tienen momentos de gran tensión flamenca cuando se interpretan con la bravura que precisa el cante y no con la voz de la copla, cual es el caso. Los tangos, imitando inútilmente a Estrella Morente, resultan planos y faltos de la chispa que requieren estos estilos, siempre llenos de gracia y genio cual se cantan en el Sacromonte y en otros lugares. Y en fin, qué decir de las cantiñas: una cosa es que su paisano Arcángel consiga una obra de arte con las llamadas alegrías de Córdoba, o que Carmen Linares erija un monumento a las que cantaba Rosa “La Papera”, y otra muy distinta es meterse en berenjenales flamencos de los que luego no se sabe salir, pues para eso hace falta una voz apropiada en los bajos, un dominio de los tonos altos, capacidad para las transiciones de unos a otros, aire rítmico y dominio del compás. Aunque para eso, le hace falta ponerse a estudiar con rigurosidad y afición en la compleja enciclopedia del cante flamenco. Si con esta grabación se pretendía que Rocío Márquez se presentara en sociedad, le han hecho un flaco favor.
Alfonso Losa es un joven bailaor de Madrid que el pasado año se encontró de bruces con el inesperado premio “El Desplante”, lo que le ha valido para ser algo más conocido y para trabajar en compañías como la de Enrique Morente, con el que vino a Málaga el pasado mes de marzo para actuar en el Cervantes, dentro del ciclo Folk’09. Aquí aparece arropado por el cante de Antonio Campos, Leo Triviño y José Anillo, la guitarra de Paco Cruz y las palmas de Vanesa Coloma.

La fuerza caracteriza su baile, en un continuo alarde de excelentes condiciones físicas que, sin embargo, le restan autenticidad y gusto. Así lo demuestra en su primer baile por taranto que remata de manera larga por tangos, y en su segundo baile por bulerías, siempre a la carrera, brincando bajo las piedras, mientras ellas permanecen humildes y silenciosas, incólumes e impertérritas, esperando otra ocasión que las haga vibrar.

Siguiendo la coletilla de moda, “Hay que apoyar a los jóvenes”, es lo que hago: apoyarlos, aunque probablemente éstos en concreto no estén de acuerdo después de leer la reseña; sin embargo, apoyar no significa necesariamente decir que todo está bien, sino hacerles ver sus posibilidades e invitarlos a desarrollarlas con la ayuda del estudio, de la disciplina, del sacrificio y de la afición vocacional. Lo fácil para el crítico es el jarilleo, pero eso sería engañarlos y conducirlos a los terrenos del glamureo y del artisteo famosete, que tantas decepciones están deparando. Así que ya saben: a seguir trabajando, que esto es muy duro.