Canela de S.Roque. Por el hablar


Libros
VVAA
El Flamenco Vive. 2016
Antonio Nieto Viso


Canela de San Roque. Por el hablar de la gente
Luis Soler Guevara, José Luis Vargas Quirós, Carlos Martín Ballester, y Antonio Burgos García
El Flamenco Vive. 2016



Los grandes expertos en Flamenco, Luis Soler Guevara, José Luis Vargas Quirós, Carlos Martín Ballester, y Antonio Burgos García, han escrito este interesante libro sobre la figura de Canela de San Roque, artista del que nos vamos a ocupar en estas páginas.


Vaya nuestro agradecimiento a los autores por tratar extensamente la fructífera vida de este cantaor, y también por ocuparse del Flamenco en el campo de Gibraltar; esa comarca que tan buenos artistas ha aportado a nuestro arte, y lo más importante, narrar las circunstancias que originaron el esplendor de esta zona y las causas que desencadenaron la crisis de la que todavía se están recuperando.

El libro se presentó en Madrid en Círculo Flamenco el 1 de Diciembre pasado. Asistí al evento, en el que pudimos escuchar algunos de los cantes de Canela, que están comprendidos en el texto en dos Cd. con un total de veinticuatro cantes recogidos en directo en los diversos escenarios de España.

Se encargó de ilustrar los cantes, nuestro querido amigo, el erudito del Flamenco mi querido amigo José Luis Vargas Quirós, que se trasladó desde Algeciras a Madrid para estar presente en el acto como uno de los autores de la obra, persona a la que aprecio mucho, y que le tengo mucho que agradecer flamencamente hablando. Agradecimiento, que hago efectivo a Carlos Martín Ballester y demás miembros del Círculo Flamenco por la excelente acogida y la exquisita atención que me dispensaron.

Las plumas firmantes, en 297 páginas han sabido narrar todo tipo de vicisitudes y de datos históricos muy interesantes sobre Canela de San Roque, y los pormenores de cómo se formó este artista.

Muy esclarecedor es lo que leemos en el prólogo escrito por Ramón Soler Díaz, cito textualmente: “Los que conocimos a Alejandro y gozamos de su amistad sabemos la clase de cantaor que era, un cantaor de casta y espíritu libre que se dejaba la piel en cada tercio de seguiriya, lo mismo en barra de un bar que en un gran teatro”.

La respuesta a la pregunta del porqué escribir este libro está en el párrafo siguiente: “Alejandro Segovia Camacho tenía pensado ser cantaor y cinceló tercio a tercio, como fino orfebre, el legado flamenco de sus hijos y nietos. Ahí están para demostrarlo. Era un hombre entregado enteramente al Cante y que disfrutaba de los suyos. Por eso regalaba su arte a los que sabían apreciarlo. Los amigos de Canela no tienen otra forma de agradecérselo que perpetuando su memoria y su eco con este texto y los poderosos cantes que lo acompañan. En su voz crepitaban como en candelas vivas”.

Canela iniciado al socaire de familias gitanas del Campo de Gibraltar, su oído pasó por Perico Montoya la La Serneta, cantaor desde muy niño, hijo de Canelo, tardó en dedicarse profesionalmente a este oficio que compaginó por distintos oficios humildes, pero siempre sacó adelante con dignidad a su familia.

Leemos en la página 19, que en la Navidad de 2014 algunos amigos pudieron comprobar el deterioro físico por la enfermedad que estaba sufriendo su cuerpo. Desde entonces, todo giró en torno a dedicarle un libro para que Alejandro pudiera leerlo, de hecho, llegó a hojear un adelanto del mismo. Desde Marzo de 2015 se acentuaron los esfuerzos, pero la muerte no esperó, y se lo llevó el 4 de Agosto; luego el libro tiene parte escrito en vida, y después del fatídico desenlace.

Alejandro Segovia Camacho, ese era su nombre propio, nació en San Roque el 5 de Mayo de 1947. De chiquillo, ya sentía la llamada del cante y construyó poco a poco su mundo flamenco, que dio a conocer por toda la geografía española.

Concretamente, en la página 26 encontramos el dato de que, con veinte años empezó a escuchar los discos de Manuel Torre, Pastora y Tomás Pavón, Manuel Vallejo, y Niño Gloria. Solidas voces para formar su estilo, no para grandes escenarios, sino para selectas minorías, que tenemos que reconocer, que aún hoy día sigue siendo así, puesto que los buenos aficionados no abundan, y además tardan años en formarse.

El propio cantaor nos dice, que vivía en la calle Algeciras, a su izquierda tenía la casa de su novia, y a la derecha la de Perico Montoya, cantaor que tanto le enseñó en su juventud.

Es interesante detenerse y quedarse con el dato de la llamada transición mairenista, que había irrumpido por aquellos años, y que siguieron cantaores como: El Lebrijano, Terremoto, José Menese, Fernanda y Bernarda de Utrera, y un largo etcétera que resultaría farragoso enumerar.

Canela no fue un cantaor espontáneo, sino que tenía muchísimos antecedentes familiares que habían sido artistas, como su abuelo y su padre respectivamente.

Queda claro, que sus cantes predilectos fueron la seguiriya y la soleá, sin que por ello desdeñara otros estilos. Textualmente pensaba: “La seguiriya puede ser algo más libre de compás, pero eso ocurre cuando no te quejas, cuando no transmites y no te lamentas, pero si te quejas, la soleá te hiere y la seguiriya te mata”.

Pienso que aquí está la clave para comprender a este cantaor profundo, al que tuve la suerte de conocer y escuchar muchas noches en Madrid en los años en que escribía mis críticas para la revista Candil, en los que tuve la oportunidad de escuchar a todos y todas las grandes figuras en noches mágicas, y no me pregunten el porqué, no sabría que responder.

Alejandro tenía unas excelentes facultades para cantar y podía encajar tanto para el Flamenco, como para otros géneros, pero su camino recto y su esencia fueron para los estilos básicos, siendo la soleá lo primero que aprendió a desarrollar.

Hay un apartado dedicado a las consecuencias negativas que tuvo para el Campo de Gibraltar el cierre de la verja el 6 de junio de 1969, que dejó poblaciones con serias dificultades económicas, sobre todo en la ciudad de La Línea. Un duro revés que afectó de manera directa al Flamenco de la zona con el cierre de bares, restaurantes, salas de fiestas, y comercios, que trajo un paro alarmante.

En 1968, Canela se casa con Paqui la de Frasquito, su suegro fue, un gitano de exquisito gusto para el cante. La mujer de Alejandro canta y baila en la intimidad con buen sonido y talento, pero nunca ha querido ser artista.

Es difícil defender la personalidad de este cantaor que optó por decantarse por las formas de Antonio Mairena, pero él también ha aportado elementos que han ennoblecido el cante mairenero.

Pero no olvidemos, que aparte de Antonio Mairena, también le influyeron Juan Talega, y Perrate de Utrera, contando por supuesto de lo que aprendió de Tío Evaristo Heredia.

Durante un tiempo, no tuvo más remedio que aceptar los concursos, pero procuraba alternarlos con los festivales. En 1983, se presentó al concurso de Mairena del Alcor, donde se alzó con el primer premio que recibió de manos de Curro Mairena, ya que el gran don Antonio estaba agonizando en el Hospital Virgen del Rocío de Sevilla.

Canela no tuvo guitarristas fijos, pero entre las sonantas acompañantes podemos reseñar a: Tío Frasco, El Moreno, Luis Aparecida, El Quino, Andrés Rodríguez, Lalo Macías, Niño Jero, El Mami, Juan Antonio Muñoz Pacheco, Pascual de Lorca, y Antonio Carrión.

Finalizo esta síntesis del libro, con la muerte de Canela a la ocho y media de la mañana del 4 de Agosto de 2015 en la habitación 509 del Hospital Punta de Europa de Algeciras.

Canela de San Roque se marchó al tablao de la gloria, pero aquí en la tierra, sobre todo en su querido campo de Gibraltar es una referencia flamenca de primera magnitud.

El resto de apartados del libro, son para leerlos con mucho detenimiento varias veces para comprender a este artista fiel a la ortodoxia de sus antepasados, como manda la ley gitana, que él cumplió a rajatabla.