Al cantar a Manuel


Discos Flamencos
Mayte Martin
Nuevos Medios. 2009
Pablo San Nicasio Ramos


Hace algunos años, a mitad de 2007, al organizador del ciclo “Málaga en Flamenco” se le ocurrió contar con Mayte Martín para musicar al poeta Manuel Alcántara. Reconocido y premiado literato de la tierra que debía ser objeto de homenaje. Y tras el sí quiero, surgió primero el espectáculo y meses después el disco que nos ocupa ahora: “Al Cantar a Manuel”.

Es posible José Luis Ortiz Nuevo diera por hecho que la cantaora catalana se basaría en el flamenco como eje vertebrador de la música incluida en el homenaje. Sin embargo no fue así y el producto discográfico, tocando tangencialmente ritmos flamencos, se estructura bajo la estética de la canción de autor. Para muchos esto supuso una decepción. Para los que conocen a Mayte Martín una posibilidad más que futurible, dada su radical libertad creadora.

Con las escuetas, colosales e imprescindibles ayudas de una segunda guitarra, la percusión y el violín (José Luis Montón, Chico Fargas y Olvido Lanza en los directos, respectivamente), Mayte Martín se hace la dueña de la situación y, tañendo mientras canta una guitarra de sobria pero refinada técnica, recorre doce poemas donde la geografía de Málaga y lo malagueño, Miguel Hernández, Picasso, el amor, la vida y la muerte, entre otras cosas, cobran una magnitud más que lacrimógena en la voz de esta artista.
Recorrido sonoro que lleva la misma melodía inicial al tema final y que, a buen seguro, serán notas reconocibles por los melómanos de futuras generaciones.

De flamencura discutible para muchos, lo que no se debe poner nunca en cuestión es la absoluta belleza del trabajo final, con una asombrosa capacidad de síntesis del mensaje literario, un envoltorio musical sencillamente perfecto y una conexión con el oyente que podríamos definir de “canela fina”.

Melodías y armonías relativamente sencillas que se sustentan en la emoción y el timbre únicos de esta artista. Figura del cante que sigue los derroteros de otras de mitad de siglo, como Valderrama o Marchena y que, por sus peculiaridades intrínsecas y otras hierbas, no ha sido todo lo reconocida que debiera.

Inconfundible en los matices y giros, es este otro trabajo más en el ecléctico recorrido de Mayte Martín, capaz de lo mejor y lo aún mejor, aunque no sienta especial apego por la permanencia en la ortodoxia flamenca, y sean contados los puntos de sincronía con la denominada “pureza”.

No puedo sino recomendar y casi obligar a la escucha del disco y, por supuesto, implorar al lector a acudir al directo de un espectáculo que, otro más, pondrá los pies en el suelo a cualquier empanado de la vida y, a la vez, derretirá al más frío de los témpanos.