MAYTE MARTÍN o la delicia musical


Opinión
José Cenizo Jiménez


MAYTE MARTÍN O LA DELICIA MUSICAL

José Cenizo Jiménez

Mayte Martín, “Tempo rubato”. Teatro Lope de Vega de Sevilla, 14-2-2017. Voz y guitarra: Mayte Martín. Dani Cubero y María Sanz: violín. Bernat Bofarull: viola. Amat Santacana: violoncelo. Ximo Clemente: contrabajo. Pau Figueres: guitarra. Arnau Figueres: percusión. Arreglos: Joan Albert Amargós.



Mayte Martín ha presentado en Sevilla, en el emblemático y acogedor teatro Lope de Vega, su obra “Tempo rubato”. Tal como aclara en el programa, hace alusión a tempo rubato (del italiano “robado”), término musical que se utiliza para hacer referencia a la ligera aceleración o desaceleración del tempo o tiempo de una pieza a discreción del solista o del director de orquesta con una finalidad expresiva. Añade que todas las piezas han sido compuestas por la cantaora y cantante (de lo segundo iba esta noche) a lo largo de dos décadas, en paralelo a sus otros muchos proyectos del mundo del flamenco y de la música en general (jazz, bolero, tango…).

A estas alturas no vamos a descubrir a la artista Mayte Martín, su carrera es extraordinaria y su calidad muy alta desde el punto de vista flamenco y musical. Aún la recordamos en ese mismo escenario con sus canciones bellísimas sobre poemas de Manuel Alcántara. La seducción de la voz de Mayte es evidente, a pesar de que a muchos aficionados al flamenco les resulte como fría, calculada. Personalmente, nos gana cada vez más, actuación a actuación, sea de flamenco o de canciones, que no sólo de flamenco vivimos…

Esta vez, “Tempo rubato” no es nada flamenco, va de otra música, aunque prestando atención podamos percibir algún eco, una entrega melismática, detalles de la guitarra. Canciones hilvanadas con una voz dulce, de miel, cálida, cercana, increíblemente emotiva. O así nos lo parece a tenor de la emoción que nos suscita. También al público, parece ser, que la ovacionó con tal calor que la artista llegó a emocionarse y tardó más segundos de lo esperado en levantar la cabeza de la guitarra… Un momento mágico. Era el día de los enamorados, como recordó, y nos llegó con su flecha de melodías por fuera siempre atractivas y encantadoras en su sentido equilibrado y perfecta armonización, pero por dentro muchas de ellas llenas de dolor, desamor, soledad… Nos ofreció, dijo, un diario amoroso, sentimental, lleno de huellas personales, aunque en varias ocasiones tomando como propias las de poetas como Lorca y Rafael de León o las del tango de Carlos Gardel. Todo lo hace precioso y sereno, con una sabia alternancia de dulzura y profundidad expresiva. Es Mayte Martín, una maestra de la belleza. Miel hecha música o música hecha miel. Es la vida, toda la vida, como dijo, refiriéndose al valor que le da a la música, a cuyo servicio se deja la piel y nos hace sentir que merece la pena vivir, verla cantar, escuchar sus melodías y salir más humanos y más felices del teatro.

Los arreglos de Amargós consiguen llenar la obra de tales acordes y lugares para la armonía, con los instrumentos citados en la cabecera, todos tocados con una exquisita entrega y calidad, que la posible monotonía de los tonos de la artista en muchas canciones queda neutralizada o compensada con tanta belleza. Lo dicho: somos más felices después de estar presenciado estas canciones de Mayte. No es poco, ¿verdad? Esta vez ha sido con canciones, otro día tocará flamenco… La miel será la misma y la misma la felicidad.